Miguel recorre todos los días algún kilómetro de más para repostar en una gasolinera. Lo hace él mismo desde una especie de cajero automático, selecciona el carburante que quiere, el importe, paga con tarjeta de crédito  y llena el depósito. El motivo "la pela es la pela" dice. Este tipo de gasolinera se las conoce como gasolineras 'fantasma', low cost o desatendidas. No hay trabajadores que suministren la gasolina, pero sí precios más competitivos. "Todo está automatizado de forma que podemos trabajar a penas sin personal de pista" dice Jordi Roset, copropietario de Petrolowcost.

Entre 5 y 7 céntimos por litro es lo que se ahorra de media un cliente, aunque para algunos ese ahorro supone un sacrificio demasiado alto. Al carro de las gasolineras desatendidas también se están sumando los grandes operadores, Repsol y Cepsa ya tienen red de gasolineras autoservicios, algo que supone una amenza para las gasolineras tradicionales, que consideran que el producto no es el mismo. "Es un poco lo que pasa con la leche,la leche que es entera de polvo y aquí se le añade agua, pues es leche. Y la leche fresca pues también es leche, pero no es el mismo producto" dice Antonio Onieva, portavoz de AEESCAM.

También hay quien cree que tienen fecha de caducidad, "creo que va a ser más una moda que lo que en cinco o seis años pueda quedar" afirma Miguel Charro, editor de la revista 'Mundipetrol'. Moda o no, lo cierto es que en el resto de Europa las gasolineras 'lowcost' están muy extendidas. En Suiza el 50% son gasolineras desatendidas.