Eloy tiene reconocido un grado de discapacidad del 83%. Su madre, María Jesús Marín, cuenta que “Eloy tiene 21 años, tiene el cuerpo de un niño de cuatro o cinco años. Tiene malformaciones físicas y, sobre todo, psíquicas”. Ha perdido la visión del ojo derecho y con el izquierdo sólo ve el 10%, tiene problemas de oído, de corazón y además de enanismo y autismo, Eloy es hiperactivo.

Imposible compatibilizar su cuidado con un trabajo, así que con su ayuda a la dependencia, Eloy es quien sustenta a toda su familia: “Eloy es dependiente de mí pero nosotras somos dependientes de él” explica María Jesús Marín.

Su ayuda en 2008 era de poco más de 500 euros, hoy ha bajado hasta los 442 y además a María Jesús dejan de abonarle la cotización en la Seguridad Social que le garantizaba la ley de la dependencia: “Como estamos entregados a nuestros hijos, el día de mañana podríamos recibir una pensión pero eso ha desaparecido por completo”.

Los profesionales del sector advierten del grave problema de estos recortes. José Alberto Echebarría, Pte. Federación de Empresas Asistencia Discapacidad, explica que “hay casi 200.000 personas que habiendo sido reconocidas como grandes y severos dependientes en el día de hoy no están recibiendo ningún tipo de prestación”.

Y eso que según datos del Tribunal de Cuentas, invertir en dependencia es rentable: “Por cada euro que la administración en su conjunto invierte en atender a las personas dependientes, retorna en el propio ejercicio fiscal 1,20” explica Echebarría.

En los últimos cuatro años las ayudas por usuario han caído más de 2.000 euros, eso supone que hoy el copago que han de afrontar las familias supere en algunos casos los 1.000 euros al mes.