Llevaba una vida normal. La misma vida de cualquier joven de 18 años. Pero un día, justo al empezar su primer año de universidad, a Gastón Vancsik le dijeron que no. Los médicos le dijeron que algo no iba bien. En el informe no tenía muchas esperanzas de vida; lo que tenía, a priori, era un linfoma, siete meses de quimioterapia y un traslado a Buenos Aires. Como dice ahora, por delante estaba su "peor año", sin duda.

Pero el automovilismo estaba ahí, de fondo, viendo las carreras de Fórmula 1 por la TV donde, quién sabe, igual se fijaba en el Ferrari de Fernando Alonso. "Siempre me aferré a las cosas que más me gustaban", dice Gastón en una entrevista a 'Olé', en Argentina.

Y tuvo que volver a aferrarse otra vez, pero en esta ocasión con más fuerza. Porque meses después de superar el linfoma, aquellos médicos volvieron a llamar: "Gastón, tienes leucemia". Imposible, no podía ser real. Pero sí. A punto de cumplir los 19 años, ese fue uno de los "peores días" de su vida, como afirma él mismo. Ni siquiera los 11 días que estuvo en coma inducido con su anterior cáncer eran ya relevantes. Ni lo bajas que llegaron a estar sus defensas. "Ya sabía todo lo que tenía que pasar por delante, y por eso era peor", recuerda Gastón. Un recuerdo que se superpone por otro cuando dice lo siguiente: "La volvimos a pasar, transplante de médula incluido".

Ya estaba. Este chico había renacido dos veces y, lo lógico, sería verle de nuevo como un tipo normal de 20 años. Pero claro, ¿qué es normal? Es más, ¿qué entendemos por normal cuando has pasado dos cánceres con 20 años? Pues Gastón Vancsik entendió que lo normal era jugar en un coche a 210 km/h. ¿Y quién le iba a decir algo?

"El automovilismo me motivó para salir. Fue una luz al final del túnel", confiesa el ahora piloto de 25 años. Porque mañana debuta en el mítico Turismo Pista argentino. Una competición donde, en su versión más deportiva, compiten las siguientes marcas: Chevrolet, Citroën, Fiat, Ford, Peugeot, Renault, Suzuki, Toyota, Volkswagen y Audi. Curioso, porque a pesar de ser máquinas de 1.400 cm3, todas estas marcas en sí son convencionales y las vemos en la calle constantemente. No hay Ferraris, ni siquiera Mercedes. Y es que en este caso, el diferente, el original y el héroe va dentro del coche. Porque basta con echar un ojo a sus redes sociales para detenerse en una frase: "Solo mueren aquellos que son olvidados". Si pinchas, aparece una foto de su ídolo Ayrton Senna. Suficiente. Todo explicado. Bendita normalidad esa de ser diferente, Gastón.