"El cáncer fue mi suerte"

La historia de superación de Acerbi, el verdugo del Barça: cáncer, adiciones, depresión...

El autor del gol del empate del Inter en el descuento superó hasta en dos ocasiones un cáncer y cayó al pozo del alcoholismo tras la muerte de su padre. Ahora, es un héroe en Milán.

Francesco AcerbiFrancesco AcerbiGetty

A pesar de que Davide Frattesi diese el gol del pase a la final de la Champions League en la prórroga, el auténtico héroe del Inter de Milán fue Francesco Acerbi.

Con 2-3 en el luminoso después de que el conjunto 'nerazzurri' se fuera al descanso con ventaja de dos, el central de 37 años se puso la '9'.

El italiano se situó en el punto de penalti, le ganó la marca a Araujo y definió con su pierna mala como un 'killer' para empatar la eliminatoria en el minuto 92 y 42 segundos.

Acerbi se arrancó la camiseta, celebró con rabia y fue el epicentro de una piña interista que se rindió ante su defensor.

Y es que Francesco tocó el cielo este martes después de bajar a los infiernos hace ya más de una década.

Cuando jugaba en el Milan, club del que es canterano, su padre murió y entró en una depresión que le llevó a una adicción al alcohol.

"No me respetaba, no respetaba mi trabajo, ni a quienes me pagaban. A menudo llegaba al entrenamiento 'achispado', sin haberme recuperado de los efectos del alcohol. Físicamente me encontraba bien porque siempre he sido fuerte. Me valía con dormir un poco para rendir", reconocía en una entrevista con 'L'Ultimo Uomo'.

Posteriormente, en 2013, tras fichar por el Sassuolo, le detectaron en una revisión médica un cáncer en los testículos. Fue operado de urgencia, volvió a jugar, pero un año después recayó y se pasó una temporada alejado de los terrenos de juego.

Eso sí, volvió con más fuerzas que nunca. Entre octubre de 2015 y enero de 2019 jugó 149 partidos consecutivos con el Sassuolo y posteriormente con la Lazio, último club en el que estuvo antes de fichar por el Inter.

Y llegó el momento en el que sufrió una catarsis que le cambió el modo de ver la vida: "Un año después de mi enfermedad me desperté con un ataque de pánico. Tenía miedo de mi sombra. Entonces empecé a pensar en las oportunidades que había desperdiciado".

"El cáncer fue mi suerte. Doy gracias a Dios por tenerlo. Un día comencé a gritar ¡sal de mi cuerpo!, pero, seguía haciendo mi vida habitual. Tardes, bebidas, salía hasta las 7.00 horas de la mañana", recordaba en la citada entrevista.

"Sin la enfermedad habría acabado jugando en la Serie 'B' o, tal vez, me habría retirado. Por fortuna alguien de ahí arriba me amaba y me envió la enfermedad. Sin ella hubiera terminado muy mal. Nadie me hubiera salvado. Estoy satisfecho de la persona en la que me he convertido a pesar de todas mis deficiencias", añadió.