El cuarto empate consecutivo de Gales en la fase de clasificación para el Mundial 2018, un 0-0 en casa de Irlanda, mantuvo en la tercera posición de su grupo al combinado liderado por Gareth Bale, insistente en el primer tiempo, con un par de ocasiones después y resistente con diez al final.
Mientras Irlanda, que perdió el liderato, y Serbia suman once puntos, Gales mantiene una irregularidad estresante. Está a cuatro. No ha perdido, pero sólo ha ganado uno de sus cinco encuentros a la vez que agota su margen de error, más aún con el 0-0 con el que regresó de Dublín.
No le bastó con Bale. El atacante hace de todo en Gales. Es el líder de su selección, capaz de involucrarse al máximo, incluso conducir, la creación del juego de su equipo en el centro del campo o la transición hacia el ataque, también de sacar de banda hacia el área contraria y de ser, a la vez, el motor arriba de su conjunto. Impreciso por momentos, desbordante en otros, de él surgieron casi todas las ocasiones de su equipo en todo el partido.
En la primera hora, un lanzamiento de falta directo, centrado, a las manos de Randolph, y un zurdazo cruzado, desde lejos, al que sólo le sobraron unos centímetros para el gol que tanto necesita Gales. Insuficiente para alterar un encuentro competido, intenso, con tensión en ocasiones y con entradas duras.
Una de Bale, en un intento de remate, le costó la tarjeta y el siguiente partido de sanción por ciclo de amarillas; una de su compatriota Neil Taylor significó la lesión de Coleman, aparentemente importante, su expulsión con roja directa y la inferioridad numérica visitante.
Entonces, en el minuto 72, sufrió Gales, antes más cerca del gol que su adversario, pero después sometido al arrebato en ataque de Irlanda, ya decidida en la búsqueda del triunfo, cambiada la prudencia inicial por la ambición, aunque la ocasión más clara fue otra vez de Bale, de nuevo desde lejos y fuera por centímetros.
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