Un último partido. Un último himno de la Champions. Un último derbi en el Vicente Calderón. Un partido de época. Atlético de Madrid y Real Madrid se citaron por última vez esta temporada en un estadio que vivió su última gran cita.
El paseo de los Melancólicos estaría vestido por última vez con el balón de la Champions. El partido venía marcado por mensajes, tifos, guerra de palabras e incluso un traspaso entre ambos clubes, el de Theo al conjunto blanco.
El Vicente Calderón se vistió con el traje de gala, con el ambiente de un último baile en el que 50.000 gargantas arroparían a su equipo hasta el pitido final. 'Orgullosos de no ser como vosotros', rezaba el tifo del Atlético de Madrid cuando los 22 protagonistas saltaron al terreno de juego.
Simeone y Zidane innovaron en sus onces, sacando a dos nombres propios por encima del resto: Torres y Danilo. Esos fueron los grandes cambios de dos hombres que apostaron por sus hombres de confianza, de un Simeone que apostó por Giménez en lugar de Juanfran y de un Zidane que puso a Varane por delante de Nacho.
Un partido para la historia
Çakir miró su reloj, se llevó el silbato a la boca y pitó el arranque del partido. Por delante, 90 minutos de infarto. 90 minutos de pasión e intensidad. 90 minutos del último derbi madrileño en el Calderón, del último partido europeo en el estadio rojiblanco.
El Atlético de Madrid, espoleado por eso y por su afición, arrancó como un tifón, sin dejar pensar al Real Madrid ni un solo instante. Llegando y llegando como si no hubiese un mañana, como si el mundo acabase en Madrid.
De ese arrebato nació el primer gol, el que permitía soñar con una remontada imposible. Koke la puso desde el córner izquierdo de la portería de Keylor Navas, buscando a alguna de las torres que le hicieron llamarse 'Atlético Aviación'. Y la encontró.
Saúl mandó a la red el balón con un incontestable testarazo, poniendo el 1-0 en el marcador. Faltaban dos para la prórroga, tres para ir a Cardiff, pero todo el partido por delante. Pero no paró ahí la cosa. El Atlético siguió apretando a un Madrid que estaba KO.
Un inicio arrollador del Atleti
Torres se internó en el área del Real Madrid y Varane le derribó, cometiendo un claro penalti. Desde el punto fatídico tenía que acercarse más a la gesta el Atleti, como si en una noche tuviese que quitarse todos los males de la temporada.
Griezmann fue el encargado de ejecutar la pena máxima. Keylor se movía de un lado a otro, intentado despistar al francés. Lo cierto es que al '7' le jugó una mala pasada el césped, tropezándose y golpeando dos veces al balón, pero su disparo acabó dentro de la portería de Navas.
Estaba a un gol, en 15 minutos había hecho casi todo el trabajo el conjunto de Diego Pablo Simeone. El sueño estaba ahí, a un gol de la prórroga, de seguir luchando otros 30 minutos más, o a dos goles de Cardiff. A partir de ese momento, el partido cambió.
El Real Madrid aterrizó en el Calderón y lo hizo de la mano de los 'jugones' del equipo: Isco y Modric. Los dos pusieron la calma y el arrojo necesarios a unos blancos faltos de una referencia a la hora de sacar el balón. Se venía un partido de infarto.
Benzema emuló a Butragueño
Los siguiente 20 minutos fueron de relativa tregua, con córners por parte de ambos equipos, polémicas tanganas y amarillas para todo aquel que le protestase una acción a un Çakir desbordado por la cita.
Los minutos pasaban, el 2-0 seguía imperante, el Calderón no paraba de animar y de creer. Lo tenían ahí, a tiro de un gol. Pero el Madrid también se animaba con los minutos, conocedor que un gol le llevaba en volandas a Cardiff. Y el gol llegó.
Benzema se inventó una jugada de fantasía, emulando a Butragueño en la línea de fondo y dejando atrás a tres jugadores del Atlético de Madrid. Encontró a Kroos en la frontal del área, que disparó sobre la portería de Oblak. El esloveno sacó una mano salvadora, pero nada pudo hacer con el rechace de Isco, que puso el 2-1 y silenció al Calderón.
El Atlético de Madrid necesitaba marcar otros tres goles, llegar a cinco para estar en Cardiff. Ya no había prórrogas, nada a lo que agarrarse, era ir a por todas. Y el Real Madrid, conocedor de la situación, habiendo marcado en un minuto muy psicológico (42 de partido), manejó el tiempo a su antojo.
Ovación cerrada a Simeone
Se llegó al descanso con la sensación de que el Atlético de Madrid había dejado pasar la opción de remontar. La cara de Simeone lo decía todo, había dejado de creer. Lo tuvieron, animaron, empujaron hasta el extremo, pero ese gol de Isco fue matador.
La segunda parte arrancó con los mismos 22 protagonistas que acabaron la primera parte, con el Real Madrid rumbo a Cardiff a no ser que el Atleti marcase tres goles.
Simeone intentó hacer algo para marcar, doble cambio: Torres y Giménez se marcharon y entraron Gameiro y Thomas. Era la última baja que le quedaba, mientras el Real Madrid llegaba con un Cristiano que lo intentó de falta y desde dentro del área, pero que no tuvo suerte.
El Atlético siguió intentándolo, haciendo bueno el lema 'Nunca dejes de creer'. Lo intentó Carrasco con un disparo cruzado ante Keylor, pero el portero 'tico' sacó una gran mano. El rechace le cayó a Gameiro, que remató de cabeza, pero se volvió a encontrar con Keylor Navas. Salvó el guardameta el tercer gol rojiblanco, que volvía a meter al Atleti en la eliminatoria.
Benzema volvió a dejar una obra de arte que no logró culminar tras ser derribado por Thomas. El francés regateó a todos los jugadores que salieron a su paso, pero le faltó la definición. En la siguiente jugada, fue sustituido por Zidane, que dio paso a Asensio. También retiró a Casemiro para meter en el campo a Lucas Vázquez.
Quedaban 15 minutos, seguía el 2-1 en el marcador. El Madrid seguía siendo finalista, pero quedaba mucho por delante. En menos tiempo había remontado el Barcelona al PSG.
Duelo de aficiones
Los minutos finales, más que ser protagonizados por el juego de ambos equipos, lo fue por el duelo que ambas aficiones tuvieron a la hora de animar a sus equipos. Unos celebraban el pase a la final de Cardiff, los otros agradecían a sus chicos el esfuerzo puesto sobre el terreno de juego.
Se acercaba el final del último baile europeo del Calderón. El final de la última fiesta que se vio chafada por el partido de ida, pero no por lo que se vivió en la vuelta. El Atlético lo peleó hasta el final, ganó, pero no le sirvió.
Zidane agotó su último cambio metiendo a Morata en lugar de un genial Isco, que junto a Benzema fue la figura del partido. Minutos antes, Simeone puso a Correa en lugar de Koke. El aguacero que cayó sobre Madrid despidió el partido, pero no cayó a las aficiones, que siguieron animando.
En especial la del Atlético de Madrid, que fue una fiesta pese a ser eliminados. El Calderón merecía ese ambiente, merecía un último aliento de la afición que nunca abandona a su equipo.
El Real Madrid, de nuevo a la final
Y Çakir pitó el final del partido. El Real Madrid se metió en la final de la Champions por segunda vez consecutiva, dejando atrás a un combativo Atlético de Madrid, que peleó hasta el final haciendo honor al Vicente Calderón y su último partido europeo.
Pese a la polémica, pese a los tifos, pese a los mensajes malintencionados, primó el fútbol. Primó el espectáculo de un partido que ya está en la historia de la Champions League.
No se pudo despedir el Calderón con un pase a la final de Cardiff, aunque sí con una victoria ante el eterno rival. Nadie podrá decir que no lo intentaron, nadie les podrá reprochar nada, porque defendieron en el campo el nombre del club.
Pero sólo podía quedar uno, y ese uno fue el Real Madrid. Los blancos piensan ya en la final de la Champions, donde se verán las caras contra la Juventus en lo que será la reedición de la final de la Séptima Copa de Europa de los blancos. Los dos mejores equipos del continente europeo, frente a frente en un espectáculo sin igual. Un equipo español puede volver a ser campeón de la Champions un año más. Y eso siempre es digno de celebrar.
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