Hace tres años, Pablo fue insultado y vejado mientras jugaba un partido de fútbol. "Me empezaron a insultar, me dijeron 'p*** negro de mierda', 'vete a tu país'...", comenta. El asunto fue a mayores cuando, al acabar el partido, le esperaron para agredirle en grupo.

Le golpearon con barras de hierro, piedras y cadenas, siendo perseguido por el agresor y varios acompañantes. "Cuando salí había más de 20 chicos esperándome diciendo que me iban a pegar", cuenta Pablo.

María Jesús Molina y su hermana María Elena tuvieron que refugiarle en su coche, que fue apedreado: "Le lanzaron una piedra del tamaño de una baldosa grande". El agresor confeso ha alcanzado un acuerdo de conformidad por el que ha sido condenado a seis meses de prisión y a seis años de inhabilitación deportiva.

Ha sido condenado por cuatro delitos, entre ellos lesión de la dignidad por motivos racistas. Su abogado cuenta que la pena privativa de libertad ha pasado de los dos años solicitados a esos seis meses. Además, deberá indemnizar a Pablo por daños morales y cumplir una orden de alejamiento por cuatro años.

Pese a lo ocurrido y a mostrarse contento por la sentencia, Pablo Ondo prefiere que su agresor no entre en la cárcel. Es un caso que deja constancia de que sigue existiendo racismo en el mundo del fútbol.