Prince llevó la psicodelia, el funk y el pop de su música a su manera de vestir y de peinarse, algo que lo proclamó también como un icono de la moda que nunca vio combinaciones imposibles en sus estilismos.

Desde su primer disco en 1978, 'For You', el cantante de Minneapolis siempre mostró su sentido de la estética, así como su intención de no dejar a nadie indiferente en sus apariciones.

Fue a partir de su tercer álbum, 'Dirty Mind' cuando el cantante de melodías como 'Purple Rain' ya eligió la provocación y el ser sexy jugando con bañadores estrechos y perfectos de cuero que dejaban ver su cuerpo casi al desnudo.

Siempre amante de los volúmenes en los hombros, Prince jugó también con una imagen femenina, tanto en sus movimientos encima del escenario así como en sus posados en fotos y en las portadas de sus discos.

Pero si de algo hay que llamarlo fetichista era de las mallas que siempre visitó cuando no elegía mostrar sus delgadas pero firmes piernas. Amarillas, con tachuelas, de cuero, lunares o de talle alto, cualquier le valía y le convertía en un iconoclasta de la sensualidad.

Aunque si hubo un complemento que confirió altura a su pequeña estatura fueron sus inseparables tacones, esos con los que nunca tuvo ningún problema a la hora de contonearse sobre el escenario.

Amante también de las gafas de sol, casi siempre negras, Prince siempre usó su mirada para interpretar sus canciones, tanto es así que acudía con mucha frecuencia al lápiz de ojos negro para remarcarlo como parte de la letra de sus melodías.

Por último, y aunque se trata de un artista cuya estética es inabarcable, Prince también usó con frecuencia bastones de formas y materiales excéntricos con los que caminaba como un profesor de danza que marca con fuerza los movimientos de sus alumnos. Bastones que aumentaban la autoridad que siempre mostró en su vida, dentro y fuera de los escenarios.