Sonya Walger saltó a la fama como Penny en Perdidos, pero la lectura ha sido durante años su salvavidas. En ocasiones le permitía establecer una línea de comunicación con su padre. En otras, aislarse y protegerse del mundo.
Con León firma un debut literario entre la autobiografía y la novela, tratando la relación con su padre como guía. Una historia que intenta aglutinar una vida a la sombra de un hombre en busca siempre de su próxima descarga de adrenalina. Un libro honesto que no trata más que contar la historia de aquel piloto de carreras, paracaidista, exconvicto y jugador de polo ocasional. Aquel que lo intentó ser todo, incluso padre.
Charlamos con ella por videollamada en un valiente castellano, heredero de la lengua paterna, pues su padre nació en Argentina
"Entrevistaba a personas sobre los libros que les habían definido y pensé que no quería hacer entrevistas, sino ser entrevistada"
PREGUNTA. ¿Cómo se siente ahora que se ha publicado León? Es un libro con una enorme cargar emocional.
RESPUESTA. Lo que siento, honestamente, es orgullo por haberlo terminado. Siempre se puede empezar algo, pero terminarlo es otra cosa. Antes que nada me siento lectora. Los libros han sido mis hermanos y formar parte de esta tradición, de la escritura, es muy importante para mí.
En mi podcast entrevistaba a personas sobre los libros que les habían definido; no los preferidos, los que les habían marcado. Y fue entonces cuando pensé que yo no quería hacer más entrevistas, sino ser entrevistada. Quería ser parte de esta tradición, no solo consumirla.
La vida con su padre
P. Su padre tuvo muchas vidas, también estuvo ausente gran parte de la suya. Cuenta en el libro que, mientras crecía, era muy importante para usted tener un hogar estable, amigos... Algo distinto a lo que había conocido durante su infancia y juventud. ¿Le preocupaba emular ciertos errores como madre cuando empezó a trabajar como actriz?
R. Cómo crecemos nosotros es un reflejo de cómo criamos a nuestros hijos. Ser madre te cambia completamente, a nivel celular incluso. No eres la misma que entró al hospital. Es una cura de humildad, hace que la realidad y tus ideales se enfrenten. Y me ayudó muchísimo a entender a mis papá cuando tuve a mis hijos.
"El hecho de que papá tomara cocaína no tenía nada que ver conmigo en realidad"
También me ayudó a comprender de verdad lo que significó para mi madre ser madre soltera con solo 21 años, mientras todos sus amigos seguían yendo de fiesta. Ella sola en casa, con una hija... No me lo puedo ni imaginar. Y, por otro lado, no puedo entender cómo mi papá pudo irse meses, a veces años, y no llamar. No me entra en la cabeza. Por eso, escribir el libro era una forma de integrar ideas opuestas y reconciliarlas.
P. En esa reconciliación hay episodios muy duros. En uno de ellos reconoce que para una niña es "imposible competir con la adrenalina". Cuando es más mayor descubre que su padre llevaba cocaína en la cartera para pasar un fin de semana con usted. Y se pregunta "para qué necesitaría cocaína un padre que pasa un fin de semana con su hija". ¿Ha encontrado una respuesta?
R. Uno no se da cuenta hasta muy tarde de todo lo que has dado por hecho. Lo tomas por descontado, es tu vida. Mi vida era así, con padres divorciados, cada uno en un continente. Pero cuando empiezas a mirar atrás, dices: "No todo el mundo era así, no todo el mundo ha tenido un padre que llevaba cocaína en la cartera para pasar un fin de semana con su hija".
Cuando eres joven, todo lo mides desde ti misma: eres el centro y la medida de todas las cosas. El hecho de que papá tomara cocaína no tenía nada que ver conmigo en realidad. Por eso, escribir el libro era una forma de desenredar un poco todo y de tratar de recolocar nuestras vidas.
Cárcel y cocaína
P. En uno de los capítulos del libro cuenta la encarcelación de su padre en España.
R. Veníamos bastante a España, a Marbella más concretamente. Mi padre ya se había mudado a Perú y tomaba cocaína, quería comprar y contactó con un capo que vendía en cantidades muy grandes. Mi padre lo hizo pensando en repartirla entre amigos, jamás le interesó convertirse en narcotraficante.
Resulta que la policía llevaba semanas monitorizando a la persona que se la iba a vender. Entonces, cuando fue a recogerla, tuvo la mala suerte de que los dos estaban en la misma habitación cuando entró la policía. Estuvo preso 14 meses.
"La idea de que la historia de mi padre fuese a morir con él me partía el corazón"
P. Cuenta también que se enteró porque encontró un sobre con documentos donde estaban escritos los cargos.
R. En el libro lo describo como una confirmación, no tanto como una revelación. Yo ya lo intuía. Lo interesante fue esa pulsión de no querer saber: leerlo, volver a meter las páginas en el sobre y tratar de olvidarlo para no tener que enfrentarlo. Creo que es un mecanismo habitual cuando eres demasiado joven como para enfrentarte a algo, pero también era lo habitual en mi familia. Obviar los problemas y tratar de disimularlos.
P. ¿Ha cambiado cómo percibe a su padre después de escribir León?
R. Cuando lo escribí quería que mis hijos conociesen la historia de su abuelo, porque la idea de que fuese a morir con él me partía el corazón. Quería que algunos de esos recuerdos sobreviviesen. Pero el proyecto siguió creciendo y se fue convirtiendo en algo mucho más grande. En un libro que podía ser interesante para mucha más gente, no solo mis hijos.
Entender el pasado escribiéndolo
P: ¿Ha tenido algo de terapéutico escribir?
R. Nunca lo fue para mí. Aunque se acabó convirtiendo en un acto muy integrador el escribirlo. Pero debo decir que existe una relación con mi padre que no está presente en el libro. Solo es una versión de la historia. Me encantaría ser capaz de capturar la realidad sin ambages, pero no se puede. Esto solo es una foto de nuestra relación.
"'Leon' es una obra de ficción, sobre todo de amor. No trato de culpar a mi padre, no me interesa"
P. ¿Su familia por ambas partes ha podido leer el libro? ¿Qué opinan?
R. Amor, orgullo... Llevo años escribiéndolo, no ha sido una sorpresa. Además es una obra de ficción, sobre todo de amor. No hay otra intención, no trato de culpar a mi padre, no me interesa.
P. También habla de que para su padre usted se convirtió en un "faro", en sus propias palabras. ¿Qué papel cree que jugó en su vida?
R. Era su casa, su luz. Nunca me abandonó. Se iba de casa durante meses y a veces no le veía durante temporadas muy largas, pero siempre regresaba. Yo era alguien fijo en su vida, alguien en quien podía confiar. Y creo que siempre me vio como alguien que podía ser excelente, que era algo que a él no le salía. Podía mirarme y sentir un orgullo que nunca me negó. Al final de su vida estuvimos muy unidos. Me pedía consejo, recomendaciones de libros, me buscaba para ayudarle a levantar el ánimo.
"El libro se publicó tres semanas después de que nuestra casa ardiera en los incendios de California"
P. Creo que terminó de escribir el libro poco antes de perder su casa durante los incendios de California de este año.
R. Se publicó tres semanas después de que nuestra casa se incendiase. Perdí todo: diarios, cuadernos de notas, pinturas, toda mi biblioteca, mis libros. Más de cincuenta años coleccionando libros, miles y miles de ellos. Me quedan solo tres fotos de mi padre. Han pasado meses pero todavía me cuesta hablar del tema. Ha sido un impacto tremendo.
El libro trata sobre lo importante que es para mí crear un hogar estable, sin caos ni catástrofes. Y perderlo todo en una noche, casi en el momento de publicar este libro, ha sido una cosa increíble, una coincidencia que todavía no comprendo bien. Pero, como escritora, sé que hay algo que une ambas cosas, aunque aún tengo que descubrirlo.
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