Hélène Gullberg
Traductora: Carmen Montes Cano y Eva Gamundi Alcaide
Editorial: Seix Barral
Año de publicación original: 2023
Al principio de cada novela negra aparece un cadáver. Cuando termina, sabremos quién lo ha hecho y por qué. Lo que ocurra en medio y cómo se cuente es lo que marca la diferencia y hace que este género sea inagotable, tenga premios propios por todo el planeta y entusiasme a millones de lectores por todo el mundo que hacen que cada cierto tiempo una de estas novelas se convierta en el fenómeno editorial de la temporada.
Y parece que ese honor ha recaído ahora enLa discípula, el debut en la novela negra de la historiadora del arte y escritora Hélène Gullberg que, a raíz del éxito de esta historia, acaba de publicar en Suecia, su país natal, la segunda parte de la saga, Novisen.
Un cadáver con mucho arte
El protagonista involuntario que nos entretendrá en esta ocasión a través de las 420 páginas de La discípula es Sten Hammar, un multimillonario coleccionista de arte. Un tipo interesante —rarito, pero interesante—, uno de esos a los que podríamos llamar "disfrutón".
Le gusta gastar y que se note, le gusta conducir su coche insultantemente caro e inapropiado para los hombres de cierta edad como es un Jaguar. Le gusta su vida y más que todo eso, le gusta que le admiren. Hammar es ese tipo de personas a las que les encanta escucharse y dejar boquiabiertos a quienes tiene alrededor.
Como en toda novela negra iremos descubriendo la mochila de los personajes para entender qué les ha llevado hasta allí
Coleccionista de arte, un día descubre un filón en una granja-mercado de antigüedades propiedad de un borracho gruñón traficante que no sabe lo que almacena. Cuando la confianza les lleva a más, el granjero (que no busca esposa a pesar de haber enviudado) le pide el favor de que instruya a su hija en el mundo del arte. Sí, esa niña, de nombre Majja Skog es la discípula del título de la novela, la que ayudará en la investigación policial años más tarde, cuando aparezca el cadáver de Hammar.
A partir de ahí, la historia se le presenta al lector en dos tiempos. A medida que avanza en el presente, iremos conociendo a modo de flashbacks cómo fue la relación del millonario con Majja a lo largo de los años. Y como en toda novela negra, iremos descubriendo la mochila de los personajes, sus miedos y pasiones, para entender qué les ha llevado hasta allí.
Lo que hace diferente a La discípula del resto de novelas del estilo es que todo gira en torno a la mística del arte, al poder narrativo que tienen estos objetos que son más que un mero cacharro, como si cada uno de ellos fuera capaz de absorber el alma o la energía de aquellos que lo sostienen en sus manos y pudiera trasmitirse por los siglos de los siglos.
Un debut prometedor
No es esta la primera ficción de Hélène Gullberg, pero sí la que más entusiasmo ha generado. De momento, en su país acaba de quedar finalista del Premio al mejor debut de la Academia Sueca de Novela Negra en 2024. Nada mal para esta experta en arte que actualmente tiene un trabajo menos entretenido que el de sus protagonistas: es conservadora del Palacio Real de Estocolmo.
Y eso se nota en la pasión con la que escribe esta historia y en la riqueza de los detalles que describe. Leyéndola, uno casi puede oler el barniz de los lienzos, la madera antigua de las sillas o el polvo acumulado en las antigüedades. Esos pequeños detalles que le hacen a uno saber que quien los utiliza los tiene muy integrados en su memoria.
Decía antes que cada cierto tiempo surge un éxito que nos recuerda a otro anterior. Me ha resultado inevitable acordarme del ultra mega best seller que fue El ocho, de Katherine Neville, aquella novela publicada en 1988 que hoy poco se recuerda, pero que durante un tiempo copó las listas de los libros más vendidos en todo el mundo. Una historia que, a grandes rasgos, también tenía como protagonistas a un coleccionista de arte y a una experta que trataban de descifrar un misterio contado en dos tiempos.
Leyendo 'La discípula' uno casi puede oler el barniz de los lienzos, la madera de las sillas o el polvo acumulado en las antigüedades
Y no tan lejano en el tiempo ni en la distancia, podemos recordar la española La tabla de Flandes de Arturo Pérez-Reverte, también con el arte y el ajedrez como hilos conductores de la investigación de una serie de misteriosos asesinatos. Incluso El código Da Vinci, la madre de los best sellers, de Dan Brown también podría entrar en esta lista.
Obviamente, de momento es muy pronto para situar a La discípula al mismo nivel de éxito que estas que menciono, pero ya cuenta con algo que juega muy a su favor y es que todo el que la está leyendo coincide en que es una novela gratamente sorprendente.
Por cierto, si son de los que prefieren leer las novelas antes de ver las películas que se basan en ellas, dense prisa. El nordic noir sigue estando de moda y La discípula tiene todos los ingredientes para acabar convertida en serie.
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