Un repartidor de comida a domicilio conduce su bicicleta por las calles de Valencia mientras reflexiona sobre su trabajo y llega a una conclusión: "A tomar por culo, lo dejo". Así empieza '¡Hola, buenas noches!', un corto de Pau Rodilla que denuncia la precariedad laboral que sufren estos trabajadores.
"Has tardado mucho, ¿qué pasa, que te has perdido? Me dice el tío con sus santos huevazos y su pijama de Batman. ¿Pues cuánto quieres que tarde si llevo 12 horas subido a esta bici de mierda y ya no puedo con el rabo?", relata el protagonista pensando en su última entrega.
Y continúa: "Me suelta también: te iba a dar un euro de propina, pero claro, ya estará fría la comida. ¡Pero qué asco! Si no fuera porque necesito los 400 euros de mierda que cobro al mes...".
Entonces, el repartidor comienza a darle vueltas a sus pensamientos y se pregunta sobre cómo evoluciona la sociedad: "¿En qué momento se nos ha ido tanto la puta cabeza que somos capaces de pedir un bocata a domicilio del bar de abajo?. Vale, está claro que los tiempos cambian, joder. Pero, ¿de verdad es una mejora tener un ejército de esbirros deambulando por la ciudad satisfaciendo los impulsivos deseos de esta sociedad enferma?".
"El nuevo lujo del mileurista es que otro trabajador que cobra aún menos que tú haga el trabajo que no te apetece hacer", reflexiona el repartidor, quien afirma que "sí, somos esclavos de día, pero señores feudales de noche".
Lo sorprendente llega al final del corto, cuando se cruza con otro repartidor que espera en la puerta de un portal. A quien está esperando es al protagonista del corto.