Los colores y las formas dejan paso a los hilos que retuercen las telas, a los bordados a máquina y a los tapices, que se reinventan, como el que aparece en este vídeo pixelado. Otro ejemplo de reinventarse son unos pantalones rotos que, lejos de hablar de moda, se basan en una investigación sobre los vaqueros.

"A lo largo de toda su historia ha sido una pieza reivindicativa de muchas cosas". afirma Rosa Santos, directora de la galería Rosa Santos.

Arte tejido también de Perú, el país invitado en esta edición. Hay piezas que pueden llegar a tardarse en hacer seis semanas, como la que aparece en el vídeo, que está tejida a mano y hecha con lana de cuatro razas diferentes de oveja. Y, además, tiene mensaje: "Son deseos de venezolanos que están ahora viviendo en Lima como consecuencia de la grave crisis que está viviendo su país", cuenta Miguel Aguirra, artista visual peruano.

Porque tejido, esculpido o en foto, lo que pretende Arco es ser un espacio para la reflexión. Más allá de la polémica o de obras a las que hay que dedicarles más de un minuto, también propone que nos adentremos en la soledad de una persona sorda o en los errores humanos.

"Son imágenes sumamente atractivas, sutiles, casi que te transmiten cierta paz, pero que, sin embargo, están construidas con lo más oscuro del ser humano", señala el artista plástico Fernando Bayona.

Pero no se olviden de que Arco es, sobre todo, una gran galería para comprar. Desde lo más barato, un plátano con una pegatina de un panda que cuesta 700 euros, hasta un Miró, la pieza más cara de esta edición que tiene un precio de cuatro millones de euros.