La localidad española de Buñol se tiñó de rojo con su tradicional guerra de tomates, en la que miles de enfervorizados participantes se lanzaron toneladas de esa hortaliza, en esta ocasión con un mensaje contra la violencia machista y homófoba.
Ataviados con disfraces, ropa vieja, cascos hechos con sandía, pelucas y gorros de natación, protegidos con gafas de sol y de buceo, y armados con minicámaras fotográficas los improvisados guerreros protagonizaron esta 'tomatina', una tradición que tiene ya siete décadas.
Han sido algo menos de sesenta minutos de locura colectiva y desenfreno con el particular armamento rojizo para esta incruenta batalla, que rememora la trifulca que varios jóvenes protagonizaron el último miércoles de agosto de 1945.
Lo de hoy fue un fuego cruzado de 160.000 kilos de tomate maduro que portaban siete camiones y del que disfrutaron 22.000 participantes.
Una gran pancarta de lucha contra la violencia machista ha presidido el recorrido en el que han ido haciendo su lenta aparición los siete camiones en los que los voluntarios han lanzado a los participantes tan refrescante arma arrojadiza.
Convertida en munición reciclable, el tomate se lanza entero y chafado para que no impacte el golpe y sus restos, luego, se recoge y se vuelve a lanzar a diestro y siniestro, y se restriega por la piel de otros contendientes.
Tras el paso de los camiones, ha llegado la lluvia de agua y han continuado los intentos de los más intrépidos de subir por un palo enjabonado, como es habitual, para alcanzar el jamón ubicado en lo más alto, mientras eran jaleados desde abajo.
Al final los participantes se han abrazado y besado rebozados en tomate, se han lanzado al caldo rojizo del suelo, han patinado y, poco a poco, han despejado la tumultuosa calle para dirigirse a las duchas a limpiar las huellas de la Tomatina.
Más de dos mil turistas de la India, un gran aumento de rusos, y participantes de Nueva Zelanda, Australia, Japón, Reino Unido, Estados Unidos, Sri Lanka, Bangladesh, Singapur, Uganda, Líbano o Pakistán han sido ejemplo de la internacionalización de esta fiesta valenciana, a la que no le faltan ya imitadores por todo el mundo.
De los 22.000 participantes, 5.000 eran vecinos de la localidad (que tiene cerca de 10.000 habitantes).En cuanto al resto de participantes, han pagado para acceder al recorrido, después de que en 2013 se implantara el canon para evitar un exceso de aforo, ya que en 2012 se superaron las 45.000 personas.
Con un 10 % de incremento en el dispositivo de seguridad, especialmente para incidir en la lucha contra la violencia machista, la Tomatina se ha desarrollado sin incidentes, según el alcalde de Buñol, Rafael Pérez.
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