Nueve de cada diez personas en todo el mundo respiran aire contaminado. Este demoledor dato de la Organización Mundial de la Salud (OMS) va cogido de la mano de otra estadística: el elevado número de personas que mueren de forma prematura por la contaminación atmosférica. En 2016, sin ir más lejos, 6,5 millones de personas fallecieron por esta causa, según un estudio de la Agencia de Energía Internacional.

Por esta razón, y con el objetivo de tener un planeta más limpio de cara al año 2030, la Asamblea General de la ONU declaró en diciembre de 2019 el 7 de septiembre como el Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul. Conmemoración que hoy se celebra por primera vez y cuyo objetivo es claro: “Concienciar sobre la necesidad de hacer mayores esfuerzos para mejorar la calidad del aire”, escribe la organización.

Más de un 50% de muertes en 2050 si dinámica no cambia

Las partículas de contaminación que entran en nuestros pulmones a través del aire son completamente invisibles al ojo humano. Se meten en nuestros cuerpos y nuestra sangre y, como indica la ONU en el enlace anterior, “son las responsables de aproximadamente un tercio de las muertes por accidente cerebrovascular, enfermedad respiratoria crónica y cáncer de pulmón, así como de una cuarta parte de las muertes por ataque cardíaco”.

La entidad muestra con crudeza lo peligroso que es este problema: “La contaminación atmosférica es el mayor riesgo ambiental para la salud humana”, espeta. Pero lo importante es que es realmente “evitable”, aunque, si no se produce una intervención “agresiva”, el número de muertes causadas por la contaminación del aire en espacios abiertos “va camino de aumentar en más de un 50 por ciento antes de 2050”, advierte.

La ONU redactó un documento, titulado ‘El futuro que queremos’, en el que los países miembros se comprometían a promover políticas con el fin de mejorar la calidad del aire —también se habla de pobreza, democracia o igualdad de género, entre otros temas—. Esta resolución está acompañada del objetivo que tienen las Naciones Unidas para su agenda 2030: “En su hoja de ruta reconoce que reducir la contaminación atmosférica es importante para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, indican.

Desarrollo sostenible, transporte y las ‘3 erres’: los planes de la ONU

En el documento citado anteriormente no solo se expone la problemática del aire, sino que también se habla de por dónde se quiere empezar, qué se está trabajando y qué debería abordarse. Básicamente, su guía está compuesta de promesas: “Nos comprometemos a promover políticas de desarrollo sostenible; el transporte y energía asequibles y sostenibles; el fomento, la protección y el restablecimiento de espacios urbanos verdes y seguros; agua potable y saneamiento, y una buena calidad del aire”.

Las Naciones Unidas hacen hincapié en la importancia de una buena planificación urbana: “Ponemos de relieve la importancia de aumentar el número de regiones metropolitanas y ciudades que aplican políticas de planificación para responder con eficacia al crecimiento previsto de la población urbana”, expresan.

Por otra parte, se hace mención de la necesidad de reciclar y tener una gestión responsable y eficiente de los residuos: “Apoyamos la gestión sostenible de los desechos mediante la aplicación del concepto de las “3 erres” (reducción, reutilización y reciclado), resaltan.

La razón de ser de todas estas pautas radica en la necesidad de mejorar la situación de personas en situaciones vulnerables. “Este tipo de contaminación afecta de manera desproporcionada a las mujeres, los niños y los ancianos, y en particular a las poblaciones de bajos ingresos que a menudo están expuestas a altos niveles de contaminación del aire”, señala la organización.

En su intención de concienciar, la entidad concluye con un último mensaje, enfocado en los más pequeños: “Dados los numerosos retos a los que se enfrentan los niños, el aire que respiran no debería sumarse a ellos. Esto es una amenaza para nuestro clima”.