Investigadores de la Universidad de Loughborough, en Reino Unido, han determinado mediante un estudio matemático que las micropartículas expulsadas al toser o estornudar son mucho más grandes de lo pensado hasta ahora y "exceden consistentemente los dos metros" desde que son expulsadas hasta que alcanzan el suelo.
Así lo asevera en el estudio, publicado en 'Physics of Fluids', el investigador Emiliano Renzi. Una evidencia que se basa en que las expulsiones son similares al fenómeno físico de los anillos de vórtice flotantes, basada en la turbulencia y circulación de un vórtice en un fluido o en un gas.
Esto significaría que las partículas que emitimos al toser o estornudar siguen la misma dinámica que una explosión nuclear: "En algunos casos, las gotas son impulsadas a más de 3,5 metros por el vórtice flotante, que actúa como una mini bomba atómica", ha asegurado el investigador.
Gotas que potencialmente podrían estar infectadas de COVID y que, hasta ahora, se creía que tenían una potencia menor. Además, según el estudio, las gotas más pequeñas ascenderían hasta alcanzar, en pocos segundos, una altura de cuatro metros.
"A estas alturas, los sistemas de ventilación del edificio interferirán con la dinámica de la nube y podría contaminarse", ha explicado Renzi. Un supuesto que añadiría aún más controversia a la seguridad frente al COVID en espacios cerrados.
Y es que según este estudio científico, basado en suposiciones matemáticas, las gotas más pequeñas incluso podrían alcanzar los seis metros del altura tras ser impulsadas por la turbulencia, y permanecer en el aire un tiempo indefinido.
"Para las enfermedades que pueden transmitirse por inhalación de aerosoles, estos resultados comienzan a mostrar hasta qué punto las gotitas pueden viajar en escalas de tiempo relativamente cortas", ha asegurado Renzi.
No obstante, el estudio se basa en un modelo matemático que advierte de que la distancia de seguridad estipulada podría ser insuficiente para protegernos contra el COVID, pero aún no ha sido estudiado por otros centros de investigación.
En este sentido, los autores del estudio recomiendan que tanto la tos como el estornudo se dirija al suelo para paliar la propagación de estas gotas, e instan a usar mascarilla para contener estas partículas.
Publicado en la revista 'Nature'
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