PUEDE AYUDAR MUCHO

El truco más sencillo para superar la prueba de gases de la ITV está en tu coche a golpe de botón

La ITV puede ser un quebradero de cabeza, pero existe un truco muy sencillo para superar la prueba de gases, y es tan simple como exigir más trabajo al alternador recurriendo, por ejemplo, al encendido de luces.

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Pensar en la ITV puede suponer un escalofrío para muchos, especialmente en lo que a prueba de gases se refiere. Y es que es aquí donde muchos coches suspenden, y por norma general resolverlo implica reparaciones costosas o cambiar de coche. Sin embargo, y para tranquilidad de muchos, existe un truco gratis, sencillo y que puede darnos ese ansiado aprobado en la ITV: exigir al alternador.

Y aunque bien es cierto que esto puede parecer una tontería a priori, lo cierto es que puede salvarnos en la Inspección Técnica de Vehículos. Además, este sistema es válido tanto para coches diésel como gasolina, los cuales se someten a pruebas de gases diferentes.

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ITV | DGT

Sí es verdad que primero hay una prueba inicial común que nos hace mantener el coche al ralentí para medir las emisiones que este produce. Pero en el caso de los coches gasolina tenemos que afrontar una segunda prueba de gases en la que tenemos que llevar el motor hasta las 2.000/2.500 revoluciones. Por el contrario, los coches diésel deben afrontar esta parte de la prueba de gases llegando al corte de inyección.

Ahora bien, ¿cómo va a conseguir el alternador que la prueba de gases sea favorable? El truco reside en encender consumibles eléctricos durante la propia prueba, ya sean luces, radio, sistema de iluminación interior o la propia climatización. De esta manera conseguimos hacer trabajar al alternador, logrando así que la prueba de gases resulte positiva para nuestro coche.

El secreto de llevar a cabo esta práctica reside, fundamentalmente, en que al exigir al alternador exigimos también al motor térmico. Pero como se mantiene un régimen del motor constante, la centralita tiene que buscar una alternativa con la que producir más potencia, y esta no es otra que inyectar más combustible. Esto deriva en una combustión más rica que permite aumentar la temperatura del catalizador y, por ende, producir gases de escape más limpio.

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