EL VICIO QUE TE SALE CARO SIN DARTE CUENTA

Te puede costar 1.200 € sustituirlo, y este sencillo gesto que haces a menudo te hará cambiarlo antes de tiempo

El embrague no es una pieza barata ni fácil de sustituir. Sigue este consejo y te ahorrarás 1.000 €

Qué son el doble embrague y el punta tacón

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Estás en un atasco, en un semáforo o esperando a que alguien suba al coche, y ahí estás tú, con el pie apoyado en el pedal del embrague como si fuera un reposapiés. Es un gesto tan natural que ni lo piensas: lo haces por costumbre, por comodidad o porque te da pereza soltarlo. Pero, amigo, ese hábito tan tonto está acortando la vida de tu embrague a pasos agigantados, y cuando te toque cambiarlo, prepárate para soltar entre 800 y 1.200 euros, dependiendo del coche. Sí, has leído bien: un dineral por algo que podrías evitar con un simple cambio de hábitos.

El embrague no es una pieza barata ni fácil de sustituir. Lleva un disco, un plato de presión y un cojinete que trabajan juntos. Pero cuando tienes el pie encima del pedal todo el rato, aunque sea un poquito, estás forzando el sistema sin necesidad. El cojinete se desgasta antes, el disco se quema y, tarde o temprano, empiezas a notar que las marchas rascan o que el pedal se pone duro. Todo por un tic que parece inofensivo, pero que te puede dejar el coche en el taller y la cartera tiritando.

Por qué pasa y cómo te la juegas

El embrague está diseñado para conectar y desconectar el motor de la caja de cambios, pero solo cuando lo pisas a fondo para meter una marcha. Si lo mantienes apretado a medias o simplemente apoyas el pie aunque no cambies, el cojinete de empuje (el famoso collarín) está en contacto constante con el plato, y eso lo mata poco a poco. Es como si dejaras un cuchillo rozando una tabla de cortar sin parar: al final, se gasta. Y no solo eso: el disco también sufre, se calienta de más y pierde agarre, haciendo que el embrague patine y te deje tirado.

Lo peor es que no lo notarás al momento. No hay un cartel luminoso que diga “¡Para pedazo de bruto!”. Pero con el tiempo, el pedal empezará a notarse raro, las marchas entrarán mal o escucharás un zumbido raro al pisar. Para entonces, el daño estará hecho, y en el taller te soltarán la bomba: cambiar el embrague completo, con mano de obra incluida, te va a costar un ojo de la cara. En un coche normalito, como un Ibiza o un Golf, hablamos de 800-1.000 euros; si tienes algo más grande o premium, súmale un par de cientos más. Todo por no levantar el pie cuando no toca.

Conducir un coche
Conducir un coche | Pixabay

Cómo evitarlo sin volverte loco

La buena noticia es que salvar tu embrague no requiere de un curso de mecánica ni nada de eso. Basta con quitarte la manía de usarlo como apoyo. Cuando estés parado, mete punto muerto y suelta el pedal del todo. En un atasco, haz lo mismo: no hace falta tener el embrague pisado si no vas a moverte. Y si estás esperando en un semáforo, igual: neutral y pie fuera. Es un gesto sencillo que al principio cuesta, porque el cuerpo tira a lo fácil, pero en una semana lo tienes pillado.

Otra cosa: no pises el embrague hasta que no vayas a cambiar de marcha de verdad. Hay quien lo pisa “por si acaso” o para estar listo, pero eso solo desgasta el sistema sin sentido. Conduce relajado, usa el pedal solo cuando toca y verás que el coche va más suave. Es una chorrada que te ahorra un pastizal y te libra de sustos en la carretera.

El palo que te espera si no paras

En un coche bien cuidado, puede aguantar 150.000 km o más, pero con este vicio, igual te toca cambiarlo a los 80.000 o antes. Y no es solo el dinero: mientras esperas la reparación, te quedas sin coche un par de días, porque no es un arreglo rápido. Imagínate el plan: 1.200 euros menos, el taller llamándote para decirte que “ya de paso” hay que mirar otra cosa, y tú comiéndote la cabeza por no haberlo visto venir.

Además, un embrague tocado no solo es caro; también es un engorro. Si empieza a patinar, el coche no tirará como debe, y en una subida o adelantando te puedes ver en un apuro.

Un truco para no olvidarlo nunca

Si te cuesta acordarte, pon una regla mental: pie en el embrague solo para cambiar, y luego al suelo o al reposapiés si tu coche lo tiene. Hay quien hasta se pone un cojín pequeño al lado para obligarse a dejar el pie quieto; parece una tontería, pero funciona. Y si conduces mucho en ciudad, donde el embrague sufre más, vigila el tacto: si lo notas raro, no lo dejes pasar, porque cuanto más tardes, más caro te sale.

Total, que este gesto tan simple te puede costar 1.200 euros si no lo cortas a tiempo. Suelta el pedal cuando no lo uses, conduce con cabeza y olvídate de sustos. Que no te pase como a tantos, que se dan cuenta cuando el coche empieza a oler a quemado y el mecánico les da el sablazo.

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