VALE SU PRECIO

Este Ford cuesta 10 millones de euros, ¿por qué cuesta tantísimo? ¿No es un disparate?

Forma parte del pique más famoso del automovilismo: Ford contra Ferrari. Cuando Enzo Ferrari dejó plantado a Henry Ford II en la compra de su marca, los americanos juraron venganza, y no la tomaron con abogados, sino con un V8 aullador diseñado para derrotar a los italianos en su propia casa: Le Mans.

Ford GT109 Competition Prototype Roadster

Ford GT109 Competition Prototype RoadsterMecum Auctions

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Hay coches caros, y luego están los que se te atragantan al ver el precio. Hablamos de un Ford (sí, un Ford) cuyo valor puede rozar los 10 millones de euros. ¿Se han vuelto locos? Puede. Pero espera a conocer su historia, porque esto no es un GT cualquiera. Es el Ford GT/109 Roadster, un unicornio con ruedas, el único GT40 descapotable que compitió en Le Mans. Un coche de carreras que jamás debió sobrevivir, y que ahora va camino de convertirse en el objeto de deseo más raro de la familia GT40.

Este Ford no tiene techo, pero sí una historia que vale oro. Literal. Forma parte del pique más famoso del automovilismo: Ford contra Ferrari. Cuando Enzo Ferrari dejó plantado a Henry Ford II en la compra de su marca, los americanos juraron venganza, y no la tomaron con abogados, sino con un V8 aullador diseñado para derrotar a los italianos en su propia casa: Le Mans. De ese proyecto nació el GT40, pero antes de que ganara nada, hubo que comerse varios fiascos. Entre ellos, el de este roadster en 1965.

Solo se construyeron cinco GT40 descapotables, y solo uno llegó a competir en las 24 Horas de Le Mans. Ese fue el GT/109. Lo pilotaron dos franceses de renombre: Maurice Trintignant y Guy Ligier, este último futuro creador de su propia escudería de Fórmula 1. Era el GT más ligero de la parrilla, apenas 1.065 kilos. Pero la mecánica no aguantó el ritmo infernal de La Sarthe, y tuvieron que abandonar a las 11 horas de carrera. No acabó, pero abrió el camino para que Ford arrasara un año después.

Una joya con nombre propio

Este GT40 es un desfile de nombres importantes. Primero Carroll Shelby, que preparó los coches para Le Mans, luego Dean Jeffries, leyenda de Hollywood y del hot rod, que lo compró en los años 70, y finalmente Dana Mecum, fundador de las famosas subastas Mecum Auctions, que lo restauró con mimo hasta dejarlo como en 1965. Tal cual corrió, tal cual lo venden. En el mundillo de los coleccionistas, es como encontrar un Picasso sin firmar pero con certificado.

El coche ha pasado años durmiendo en almacenes, alejado del foco. De Shelby pasó a Ford, y de ahí a Jeffries, que lo conservó hasta su muerte. No se modificó, no se destrozó, no se convirtió en un Frankenstein de exhibición. Ha sido restaurado a su configuración original: franjas azul y roja, dorsal número 15, llantas doradas y matrícula californiana. Es más pieza de museo que coche de carretera, pero sí, se puede arrancar y conducir. Aunque no es recomendable hacerlo sin vigilancia armada.

Ahora se ha subastado en Indianápolis, en el lote S139 de Mecum, y aunque no hay precio estimado oficial, la referencia más cercana es el GT/108, otro roadster que se vendió por 7,6 millones de dólares en 2019 sin haber corrido jamás. Este sí lo hizo. Este tiene barro de Le Mans en los genes. Así que no sería raro verlo romper la barrera de los 10 millones, sobre todo si algún millonario nostálgico se calienta en la puja.

Ford GT109 Competition Prototype Roadster
Ford GT109 Competition Prototype Roadster | Mecum Auctions

¿Realmente vale tanto?

A nivel puramente racional, no. Por ese precio te compras un Ferrari 250 GTO a medias o una docena de McLaren P1. Pero los mitos no se miden por caballos o cronómetros, sino por las historias que arrastran. Este Ford representa el primer puñetazo de Ford sobre la mesa en su guerra contra Ferrari. Aunque no ganara, puso en marcha una saga que cambiaría para siempre el automovilismo de resistencia. Y lo hizo a cielo abierto.

También hay que entender el mercado. Los coleccionistas no compran coches: compran unicidad, narrativa, y la posibilidad de decir "yo tengo ese". Y el GT/109 lo tiene todo. Es único, es raro, es bello y tiene pedigrí de carreras. La combinación perfecta para que dos o tres tipos con demasiados ceros en la cuenta empiecen a levantar la mano en una sala de subastas mientras el martillo golpea con la fuerza de una cartera bien llena.

Así que sí, cuesta una barbaridad. Pero dentro de ese disparate hay una lógica: la lógica del mito. Y en el mundo del motor, eso no tiene precio. O sí… diez millones, para ser exactos.

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