Mientras las economías mundiales suben a pie, escalón por escalón, la nuestra coge un ascensor en el que políticos, promotores y bancos se hartan de pulsar el botón de subida. Un día el ascensor, en lugar de seguir subiendo, cae al vacío y allí está el Banco Malo. ¿Quién se come ahora el marrón que han creado los que iban en ese ascensor? Efectivamente, los únicos que no estaban dentro, los ciudadanos.