En las que pueden ser las elecciones más importantes de las últimas décadas en España -el país se divide ahora mismo entre dar continuidad al primer gobierno de coalición en democracia o permitir la entrada de la ultraderecha en las instituciones estatales-, muchas miradas están puestas en Andalucía. El cambio de paradigma que ha venido registrando la comunidad en los últimos años, así como el número de escaños que reparte la región, han provocado que esta se haya convertido en uno de los principales escenarios del pulso entre la izquierda y la derecha. El histórico de resultados que han ido arrojando las urnas andaluzas a todos los niveles así lo demuestra.
La primera clave que sitúa a Andalucía como escenario definitorio de lo que pueda suceder el 23J guarda relación con su densidad demográfica y el sistema electoral. Andalucía es la comunidad autónoma más poblada de España, con más de ocho millones de habitantes. Debido a su gran tamaño demográfico, tiene asignados un número considerable de escaños en el Congreso de los Diputados. Cabe recordar que, en España, el sistema electoral se basa en representación proporcional. Cada provincia tiene asignado un número de escaños en función de su población, y dentro de cada provincia se reparten los escaños entre los diferentes partidos en función del número de votos obtenidos.
En el caso de Andalucía, al tener una población significativamente mayor que otras comunidades autónomas, cuenta con una mayor cantidad de escaños en juego. En concreto, 61 de los 350 que componen la Cámara Baja. Huelga decir que en las elecciones generales, cada escaño es crucial para formar mayorías y establecer un gobierno -para alcanzar la mayoría absoluta, se requiere al menos la mitad más uno de los escaños, y los partidos políticos necesitan ganar el apoyo de los votantes en distintas provincias, incluida Andalucía-. Y en este sentido, la distribución de los escaños puede influir en la composición del Congreso y en la formación de futuras coaliciones.
Ahora mismo, el Partido Popular sería el vencedor de las elecciones a las Cortes Generales que se celebrarán el día 23, por cuanto sería primera fuerza en todas las provincias andaluzas y su cifra de escaños oscilaría en la horquilla entre los 27 y 28 escaños, según los resultados de la macroencuesta que publicó el pasado miércoles el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). El PSOE sería segunda fuerza en las generales en Andalucía con 18-20 escaños, Sumar se situaría como tercer partido con 8 escaños y Vox completaría la representación andaluza en el Congreso con una horquilla de entre 6 y 7 parlamentarios.
Del rojo socialista al azul popular en 40 años
Aunque en el margen autonómico Andalucía se ha consolidado como bastión socialista durante 30 años, desde mediados de los años 90 ya se advierten las primeras variaciones en la tendencia del voto; especialmente, del lado de los populares, quienes a partir del 96 comienzan a ganar fuerza con una base de simpatizantes cada vez más sólida. Ese año, en término nacional, el PP liderado por Aznar rompe una racha histórica y se impone a Felipe González, siendo el conservador la opción preferida de una mayoría de votantes andaluces. A partir de estas elecciones generales tiene lugar un fenómeno de lo más curioso en esta comunidad que estará cada vez más presente en las jornadas electorales.
Mientras el PSOE continúa venciendo sin dificultad al resto de formaciones en las sucesivas elecciones al Parlamento regional, el PP va igualando en resultados a los socialistas cuando se celebran las generales. El siguiente dato así lo ejemplifica: en las elecciones municipales, autonómicas y generales del año 2000 -celebradas todas el mismo día-, los andaluces eligen por mayoría al PSOE de Chaves frente al PP de Teófila Martínez, pero ofrecen al mismo tiempo un apoyo mayoritario a Aznar ante Joaquín Almunia a nivel nacional. Esta particularidad se ve intensificada en 2004, año en el que, pese a caer derrotado, el PP recibe un incremento notable de apoyos en Andalucía en todo término.
Apoyos que prácticamente se mantienen en los comicios de 2008 y que, a partir de entonces, igualan la batalla directa de los populares en Andalucía con un PSOE al que cada vez le cuesta más retener la Junta. Solo unos años después de liderazgo socialista -a nivel municipal y autonómico, relativamente holgado; a nivel general, bastante ajustado- tiene lugar el hito que marca un antes y un después en la pugna por el voto nacional y que afecta en consecuencia al andaluz: el nacimiento de Podemos y Ciudadanos. La irrupción de la nueva política fragmenta un escenario que termina por favorecer a los populares en Andalucía en los siguientes años.
En 2018, al tiempo que Sánchez es investido por primera vez presidente del Gobierno de España tras la moción de censura contra Rajoy, se da otro hito en la política andaluza: el PSOE gana las elecciones autonómicas, pero con escaso margen frente al Partido Popular. Y esta formación, de la mano de Ciudadanos y con el apoyo de la recién estrenada extrema derecha de Vox, logra poner en marcha un gobierno de coalición liderado por Juanma Moreno. Esta es la primera vez en la historia democrática de Andalucía que el PSOE no gobierna la región. Pero los socialistas recibirán su mayor varapalo electoral cuatro años después.
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Si ya antes, en 2019, el PP recibía más apoyos que el PSOE en Andalucía durante las elecciones generales, el 19 de junio de 2022 Moreno logra una mayoría absoluta histórica en las autonómicas. Ya no depende de ninguna otra formación y puede gobernar en solitario la Junta de Andalucía. Se observa así cómo el PP ha logrado equiparar su fuerza política a la de los socialistas andaluces, pero también cómo en los últimos años ha virado el sentido del voto en la región hacia opciones más conservadoras. Con excepciones, eso sí, pues en las elecciones del 28M la derrota no ha sido tan brutal, habiéndose reducido de nuevo la diferencia entre populares y socialistas en cinco puntos (a favor del PP).
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