José María Aznar no pone la mano en el fuego por Mariano Rajoy, frente a las acusaciones de corrupción en el Partido Popular. Solo responde de sí mismo y él nunca supo nada, ni se enteró de nada, ni asume la sentencia judicial que sostiene que hubo caja B en la formación política durante años.

Se lo dijo anoche a Jordi Évole en una entrevista en la que curiosamente reprochaba al rey emérito, de manera demoledora, que no crea en la institución, porque esodificulta enormemente que crean en ella los ciudadanos. Esa misma afirmación se podría hacer con respecto a su desmarque de Rajoy.

Si él no cree en el expresidente del PP frente a las acusaciones de financiación ilegal y de recepción de sobres, por qué vamos a creer los demás. Hay que decir, no obstante, que entre ambos líderes del PP se aprecia mucha diferencia en la forma de negar cualquier irregularidad. Rajoy, por ejemplo, se hacía un lío. Titubeaba, el alcalde, el vecino y todo es falso, salvo alguna cosa. Sin embargo, Aznar es una roca. Es tan contundente en su enmienda a la sentencia judicial y en su negativa a reconocer cualquier comportamiento indecente durante su mandato, que la única posibilidad lógica es que haya terminado creyéndose firmemente todo lo que dice.

El caso es que el expresidente del Gobierno puede intentar convencernos de muchas cosas, pero resulta del todo inverosímil su ceguera, su falta de control y su aparente ingenuidad con respecto a los movimientos de dinero que se hacían en el partido. Aznar no es tonto, no es aquel que pasa por ahí, mientras los demás abusan de su confianza. Es, repito, una roca. Es aquel que frente a lo gelatinoso de las explicaciones de Rajoy y a sus inquietantes movimientos maxilares, dice aquello de "yo nunca he recibido un sobresueldo, nunca, y subraye lo de nunca". Y acto seguido, esboza una sonrisa de suficiencia. Tolera los silencios, para la mayoría tan incómodos, sin despeinarse.

La prueba de que Aznar está en paz con su conciencia la tenemos al final de la entrevista. El expresidente no solo no reconoció ningún error, ninguno, y subraye lo de ninguno, sino que cuando Évole le pidió que pusiese un titular a la entrevista, él lo tuvo claro: "¡Qué bien ha estado Aznar!". Y aquí paz, después gloria y por el camino, varios procesos judiciales en los que su partido se las ve y se las desea para sobrevivir. El PP es ese grupo en el que nos dicen que todo se hizo bien, pero nadie se atreve a defender a nadie. Cada dirigente es solo abogado de sí mismo. Y así es difícil.