Aceptarlo es el primer paso para superarlo. No pasa nada por reconocerlo. Aguantar impertérritos y continuar con su vida con normalidad después de ver las actuaciones políticas de los gestores de la Comunidad de Madrid en los dos últimos días y que sigan en sus puestos solo es posible si los vecinos madrileños son lelos sin sangre que se ven representados por bobos supremos. La otra opción sería que Ayuso y Aguado poseyeran una inteligencia superior que consigue lidiar a los ciudadanos y mentirlos gracias a la capacidad límite de los votantes, pero queda descartado. Es imposible que engañen a alguien manejando una estupidez tan supina. La única explicación es que los madrileños son muy gilipollas y por eso votan a sus mejores representantes.

No se entiende de otra manera que acepten sin chistar que Ignacio Aguado y Ángel Garrido salgan al paso de la alarma constante de las aglomeraciones en el transporte público llamando a la prensa para hacer una inauguración de 200 dispensadores de geles situados en solo 50 estaciones para dar servicio a 2,4 millones de viajeros diarios seis meses después del inicio de la pandemia. Un dispensador para cada 12.000 viajeros y que no existían hasta ayer. Y lo inauguran para que nos demos cuenta de que aún no los había. La mercería de tu barrio tiene un dispensador automático y la gran novedad de los gestores madrileños para afrontar la mayor ola de coronavirus en toda Europa es hacerse fotos inaugurando uno. Hay que ser muy, pero que muy gilipollas, para seguir usando el Metro abarrotado como si nada pasara y que Ángel Garrido siga durmiendo como consejero de Transportes.

Porque además ni siquiera es necesario instalar esos geles para que el Metro sea completamente seguro. Es lógica para lelos. Según Ignacio Aguado la alarma de los ciudadanos que van en vagones de Metro como si fueran judíos embarcados para Auschwitz es infundada. Una mentira utilizada para perjudicar a la gestión impoluta de su gobierno porque no ha habido ni un solo caso de contagio en el transporte público. En el que gestionan ellos, que Barajas es un coladero a pesar de que solo han detectado un caso importado en todo el mes de septiembre. El caso es que en lo que va del mes de septiembre ha habido 50.000 positivos e Ignacio Aguado sabe que ninguno de ellos ha sido contagiado en el Metro de Madrid a pesar de que no ha habido rastreo alguno y, si lo hubiera, es completamente imposible realizar una trazabilidad de los contagios en un transporte tan abarrotado como el suburbano. Solo un gilipollas puede verse representado y asentir cuando Aguado afirma algo así.

Pero en lo grotesco no está el ejercicio excelso de gilismo que hacen los madrileños, sino en lo sutil. El gobierno sabe que está representando a los madrileños y actúa en consonancia tratándolos como tal. Después de seis meses de pandemia el vicepresidente del gobierno y portavoz, Ignacio Aguado, pidió al Gobierno central que modifique la ley para permitirles contratar los 300 médicos extracomunitarios que despidieron. La simple estructura semántica haría sospechar a cualquiera con un nivel de conocimiento mínimo para respirar y caminar a la vez. Si los despidieron es que ya los contrataron sin necesidad de que el Gobierno central modifique nada, de hecho una orden interna de la dirección de recursos humanos de la Comunidad de Madrid en marzo de 2020 permitió la contratación de médicos extracomunitarios. Porque no necesita al Gobierno para contratarlos, saben que los madrileños son gilipollas y va a colar. El artículo 57 del Estatuto del Empleado Público faculta a la Comunidad de Madrid a modificar la ley para eliminar el requisito de nacionalidad para cualquier puesto de funcionario cuando el interés general así lo requiere. Ellos lo saben, porque en enero ya dijeron que lo modificarían, y lo saben porque en febrero tanto PP como Ciudadanos y Vox votaron en contra de la propuesta de Más Madrid para hacerlo. Pero como son conscientes de que gobiernan a gilipollas buscan eludir su responsabilidad por una gestión negligente de la pandemia intentando transmitir que no pueden contratar médicos extracomunitarios porque el Gobierno no hace su trabajo. Que no lloren los madrileños, Ayuso y Aguado les tratan como lo que son.