Isabel Díaz Ayuso doblega por asedio moral. La ansiedad física que genera escuchar sus ocurrencias negligentes acompañadas de esa verborrea inconexa, de lexatín e incapacidad mental, derrota hasta el más fuerte de los espíritus. Sobrevivir a una declaración de Ayuso lleva aparejado un seguro estrés postraumático. La fatiga pandémica es insoportable teniendo que escuchar las demencias articuladas de quien dirige los designios vitales de seis millones de madrileños. Estar bajo su mandato es una tortura posmoderna de crueldad inimaginable. Por favor, acaben con este sufrimiento.

Una reunión con tres presidentes autonómicos de distinto signo político en Ávila para tomar medidas comunes ante un problema compartido podría haber sido una buena noticia. Decisiones federadas en un momento de excepción identitaria es algo que celebrar. Pero claro, entre esos presidentes estaba Isabel Díaz Ayuso, y nada puede salir bien de su vesania.

Ayuso acudió a la reunión sin leerse el decreto de estado de alarma que le faculta, a ella, a tomar medidas de carácter excepcional que en condiciones normales no podría. Algo, precisamente, que llevaba exigiendo desde que se levantó el estado de alarma decretado en marzo. La presidenta estaba de acuerdo con cerrar perimetralmente Madrid el puente de este fin de semana, pero Emiliano García Page y Alfonso Fernández Mañueco le tuvieron que advertir que solo es posible tomar medidas con una duración mínima de una semana tal y como está indicado en el decreto. Entonces a Ayuso se le encendió la bombilla. Habemus nuevo pulsito con el gobierno para sus juegos de guerra.

Ayuso salió en rueda de prensa, y nos brindó otro de esos momentos memorables para la historia de la enajenación política, que la presidenta de la comunidad acapara en la época contemporánea. El acuerdo que había fijado con dos presidentes autonómicos, uno de ellos de su mismo partido, saltó por los aires en la rueda de prensa porque Ayuso consideró necesario una nueva batalla para confinar Madrid cinco días en vez de siete que es lo que marca el decreto. El acuerdo fijado en la reunión que expresaba que Madrid, Castilla y León y Castilla La Mancha quedarían cerradas perimetralmente como un bloque hasta el 9 de noviembre quedaba en agua de borrajas. Otro acuerdo roto en rueda de prensa, como el que alcanzó con el gobierno de la nación para establecer medidas a partir de un umbral pandémico. Una irresponsabilidad tras otra en manos de una incendiaria con capacidad límite.

Nadie comprendió lo que Ayuso quiso decir, porque ninguna de sus frases mantiene las reglas mínimas que el lenguaje y la comunicación marcan para que exista coherencia y cohesión. Acertó a decir que sus técnicos sanitarios no le han asegurado que los confinamientos perimetrales funcionan, mientras ella mantiene treinta zonas básicas de salud confinadas perimetralmente, y eso le lleva al "discurso quirúrgico", que nadie sabe muy bien qué es eso. Ni ella. Pero ha escuchado medidas quirúrgicas a alguno de sus consejeros y ha creado ese aberrante concepto. Socorro.

Mañana comienza el puente de Todos los Santos y en Madrid no sabemos qué se puede hacer y qué no. El resto de las comunidades autónomas se han blindado del akelarre ayusista y han confinado sus tierras para evitar que nadie entre, ya que a Ayuso no le importa que salgamos. España se blinda de Madrid. Isabel Díaz Ayuso es un peligro nacional, no solo para los madrileños. La presidenta de la comunidad autónoma de Madrid ha dejado muestras suficientes de su incapacidad y del peligro para la salud pública que supone su gestión. Llegados a este punto ha quedado expuesto de forma manifiesta que dejar en su mano las medidas para frenar la pandemia es una negligencia en la que el gobierno de la nación no puede seguir incidiendo. Pedro Sánchez debe tomar el mando de manera inmediata y decretar un nuevo estado de alarma que hoy nace muerto. Ayuso pone en riesgo la salud de los españoles y no actuar con mano de hierro es ser cómplice de una incompetente.