Las prácticas sexuales son muy variadas y, a veces, hasta extrañas. El ‘chemsex’ es una forma en auge en ciertos colectivos cuyos riesgos hay que tomar en cuenta. ‘Chemsex’, que viene de la unión entre ‘chemicals’ (químicos) y ‘sex’ (sexo), según el Ministerio de Sanidad consiste en el “consumo de drogas con fines sexuales, dando lugar a largas sesiones de sexo, que pueden prolongarse durante horas, o incluso varios días”.

Esta práctica —a la que coloquialmente también se le llama chill, sesión, colocón, fiesta, vicio, etc.— utiliza el consumo de drogas de forma variada. Estas suelen ser: GHB/GBL, mefedrona (y otras catinonas), cocaína, poppers, metanfetamina, ketamina, speed, éxtasis/MDMA y fármacos para favorecer la erección. Las drogas se utilizan durante el acto sexual porque producen una sensación de euforia y excitación en el que las consume, lo que les permite tener largas sesiones de muchas horas o incluso días, desinhibirse, estar con varias parejas de forma alterna y/o probar cosas nuevas.

¿Quiénes practican 'chemsex'?

El ‘chemsex’ es una práctica que se da entre hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres. Esto es lo que diferencia esta práctica de otros contextos sexuales en los que se consuman drogas. Hay unos patrones de consumo y de comportamiento específicos.

Suelen practicarlo en casas particulares, pero también es usual que se lleven a cabo en “negocios dirigidos al público gay, como saunas, clubs de sexo, hoteles, fiestas en locales privados, locales con cuartos oscuros, festivales que disponen de áreas designadas para tener sexo, así como en zonas de cruising o encuentros sexuales al aire libre”, según el Ministerio de Sanidad.

Los motivos que lleven a alguien a realizar este tipo de consumo de drogas son variados, entran en juego papeles sociales, económicos, comunitarios, etc.; algunos la ven como una forma de experimentar en el sexo y de poder encajar en la comunidad. Al tratarse de una práctica sobre todo urbana, esta se hace en grandes ciudades como Madrid y Barcelona, aunque también se puede ver en los destinos turísticos más frecuentados por el colectivo LGBT como Torremolinos, Maspalomas, Sitges, Ibiza, Valencia, entre otros.

Según la encuesta EMIS 2017 sobre el comportamiento sexual de hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombre, en España en los últimos 12 meses “el 14,1% había usado drogas estimulantes para que el sexo fuera más intenso o durara más tiempo en ese periodo y el 7,6% lo había hecho en las últimas 4 semanas”.

[[H2:Riesgos del ‘chemsex’]]

El consumo de drogas en cualquier contexto hace sonar las alarmas debido a todos los efectos adversos asociadas a ella. El sexo por sí mismo no es algo extremadamente preocupante, pero cuando se le mezcla con cantidades excesivas de una sustancia entran en juego una serie de factores de alto riesgo.

Los riesgos derivados del sexo son que, al hacerlo sin la protección adecuada y bajo el supuesto de que haya varias personas involucradas en la sesión, aumentan las posibilidades de contraer enfermedades de transmisión sexual como las infecciones de transmisión sexual (ITS), el VIH o la hepatitis C. De hecho, según el Ministerio de Salud, “todas las evidencias científicas apuntan a que el chemsex es más frecuente entre los hombres gais que viven con el VIH”.

Además, están los riesgos derivados del consumo de drogas, como puede ser el provocar una adicción, una sobredosis, suicidios, agresiones y problemas de salud (mental, sexual o física). Sin embargo, hay un especial riesgo para los que padecen de VIH porque los medicamentos antirretrovirales pueden alterar la metabolización de las drogas y causar un aumento de su concentración, lo que podría llevarlos a una sobredosis más fácilmente que a la persona corriente.

Pero los riesgos no se detienen en lo referente a la salud, sino que los practicantes “han descrito igualmente impactos negativos en el rendimiento profesional o académico, en la vida social y afectiva de las personas afectadas, así como problemas legales”.