Un análogo al ácido fólico
Qué es la leucovorina, el fármaco que Trump recomienda para el autismo sin pruebas de que funcione
El contexto Este lunes, Donald Trump ha aprobado la leucovorina, un análogo de la vitamina B9 (ácido fólico), como tratamiento para niños con autismo, una decisión bastante discutida por la comunidad científica.

Esta semana, el presidente de EEUU, Donald Trump, ha aprobado la leucovorina, un análogo de la vitamina B9 (ácido fólico), como tratamiento para niños con autismo, algo que carece de evidencia científica, pues no hay datos ni estudios concluyentes que puedan afirmar que la leucovorina pueda ayudar a los niños con TEA (trastorno del espectro autista) a mejorar su comunicación verbal.
Así, es importante destacar y recordar que el autismo o el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a varias áreas del funcionamiento de la persona: la comunicación, interacción social y la flexibilidad del comportamiento y del pensamiento. Y hay tantos tipos de autismo como personas: en cada persona se manifiesta de forma totalmente diferente. Por lo que el autismo no se considera ninguna enfermedad y, por lo tanto, no tiene cura ni se contagia: es una condición que acompañará a la persona de por vida.
La leucovorina pertenece a una clase de medicamentos llamados análogos del ácido fólico, tal como explica MedlinePlus. Se usa para prevenir los efectos perjudiciales del metotrexato (Rheumatrex, Trexall; medicamentos de quimioterapia contra el cáncer). Actúa al proteger las células saludables contra los efectos del metotrexato u otros medicamentos similares, mientras permite que el metotrexato penetre en las células cancerosas y las elimine.
Este lunes, la agencia estadounidense de medicamentos (FDA) anunciaba en una nota de prensa que ha iniciado el proceso de aprobación de los comprimidos de leucovorina cálcica para pacientes con deficiencia cerebral de folato.
"Se ha observado que las personas con deficiencia cerebral de folato presentan retrasos en el desarrollo con características autistas, convulsiones y problemas de movimiento y coordinación", señalaban. La actualización del uso del fármaco, discutida por la comunidad científica, autorizará el tratamiento de niños con trastorno del espectro autista.
Una indicación que, como es lógico, ha tenido bastantes críticas por parte de la comunidad científica: "La leucovorina se ha promocionado como un 'tratamiento' para el autismo, pero las pruebas son débiles", apunta contundente a SMC España, Andrew Whitehouse, profesor de investigación sobre el Autismo Angela Wright Bennett en el Kids Research Institute Australia.
Algunos ensayos a pequeña escala, señala este investigador, "sugieren posibles mejoras leves en los resultados conductuales, pero estos estudios están limitados por el reducido número de participantes, la inconsistencia de los resultados y la falta de réplicas independientes. En este momento, la ciencia no se acerca al nivel necesario para recomendar la leucovorina en el tratamiento clínico del autismo. El campo carece de ensayos a gran escala, multicéntricos y rigurosamente controlados que puedan confirmar si los beneficios son reales, reproducibles y significativos en la vida cotidiana".
Igualmente, tal como afirma, también a este medio científico, Dawn Adams, catedrática de investigación sobre el autismo en el Centro de Investigación sobre el Autismo Olga Tennison de la Universidad de La Trobe (Australia), "la sugerencia de utilizar leucovorina para 'tratar' el autismo es preocupante".
En primer lugar, indica Adam, "porque la investigación en este ámbito es de mala calidad y no está al nivel que cabría esperar a la hora de hacer recomendaciones para su aprobación". Y en segundo lugar, subraya, "es preocupante porque este tipo de declaraciones influyen en la forma en que la gente entiende y percibe el autismo".
"El autismo no es algo que necesite tratamiento o cura, es una diferencia en el desarrollo neurológico. Cuando lo enmarcamos como una condición que necesita 'arreglarse', corremos el riesgo de aumentar el estigma al que ya se enfrentan las personas autistas", insiste y concluye la investigadora.