Nuestra salud mental se ha visto resentida en estos dos últimos años, especialmente la de los jóvenes. Los datos no dejan lugar a dudas. Apenas comenzaban los años 20 cuando la pandemia arrasó con la vida para cambiar el mundo tal como lo conocíamos. Y ahora que, gracias a las vacunas, la estamos superando, ha estallado una guerra en Ucrania. Entre medias, en España, un volcán rugió en la isla de La Palma durante 85 días, dejando cientos de casas y tierras destrozadas.
¿Qué podemos hacer para intentar gestionar la incertidumbre, la angustia o la tristeza que pueden aparecer ante los acontecimientos sociales que estamos viviendo en tan poco tiempo? ¿Cómo podemos en este sentido, aunque no nos afecten directamente, cuidar nuestra salud emocional?
Es normal sentir emociones negativas por las cosas que socialmente pasan a nuestro alrededor. Que es normal y no es raro sentir miedo, angustia, incluso desesperanza. Sentirnos tristes o cansados mental y emocionalmente. Que no debemos sentirnos culpables por sentirnos mal. Más aún, después de dos años de pandemia.
"Es importante tener en cuenta que los acontecimientos sociales que ocurren a nuestro alrededor, aunque no nos afecten directamente, sí nos afectan psicológicamente", afirman a laSexta Cecilia Martín y Marina García, psicólogas y directores del Instituto de Psicología Psicode, en Madrid, Alicante y Valladolid. Todo esto además, se une a las preocupaciones personales con los que cada uno tenemos que lidiar en nuestro día a día. Con los problemas que siempre han estado ahí: enfermedades, problemas laborales, personales...
"Cuando vemos o escuchamos las noticias, empatizamos con aquellas familias que tienen que separarse de sus seres queridos o que pierden sus casas. Lo pasamos mal y nuestro estado de ánimo decae al ponernos en la piel de todos los afectados por la guerra, porque podríamos ser cualquiera de nosotros y porque imaginamos el dolor por el que están pasando", explica Martín.
El miedo es otra de las emociones que puede invadirnos en estos momentos, añade la experta. "La incertidumbre hacia el futuro nos pone en alerta, ansiosos y además, si nos dejamos llevar por nuestros pensamientos más catastróficos, sentiremos pánico y mucha ansiedad en el momento presente. Y es que nuestra rutina del día a día se rompe con estas noticias alarmantes sobre lo que está ocurriendo en el mundo. Habitualmente la rutina y la información sobre lo que va a ocurrir nos da control y seguridad en nuestras vidas. Sin embargo, ante acontecimientos de este tipo, perdemos ese control y nos sentimos, por ello, tremendamente vulnerables".
Como añade García, "tanto con la pandemia del COVID-19, como con la explosión del volcán y con ahora con la guerra en Ucrania, las personas de calle no tenemos control para poder tomar decisiones y cambiar resultados. Somos simples observadores, y la sensación de no poder solucionar el problema, nos produce una desgana, apatía e impotencia considerables. Nos afecta anímicamente ver cómo otras personas sufren, pues nuestra capacidad empática, nos permite percibir las emociones de los demás, aunque no estemos en Ucrania o en la Palma".
Y es que al final, "la incertidumbre que llevamos tanto tiempo mantenida (con la pandemia) y el miedo por no saber lo que nos depara el futuro, explican que aparezcan diferentes síntomas de ansiedad como por ejemplo, dificultades para dormir, cambios en el apetito, cansancio permanente, incapacidad de concentración o crisis de pánico", añade la psicóloga.
No a todos nos afectará por igual. "Aquellas personas con un trastorno mental previo verán agravado su problema, ya sea un trastorno del sueño, un trastorno de ansiedad o una depresión, entre otros. Un acontecimiento estresante potenciará nuestro malestar psicológico.
De nuevo, es normal que puedan aparecer estas emociones o sensaciones, lo importante es tener recursos para poder gestionarlas mejor, para poder mantener un mayor bienestar psicológico. A continuación, os dejamos algunas claves o recursos psicológicos que pueden ayudarnos cuando aparezcan todos esos síntomas de ansiedad o de angustia.
Claves para mejorar o proteger la salud emocional
Una de las claves o consejos más importantes es intentar, en la medida de lo posible, dosificar la información a la que estamos expuestos a través de los medios de comunicación. Esto es, está bien "informarnos de lo que ocurre pero no saturarnos de información a todas horas", aconseja Martín.
Igualmente, cuando estemos con amigos o familiares, "intentar que no toda la conversación gire en torno a los acontecimientos que estamos viviendo". Podemos hablar, comentar, incluso desahogarnos, pero que todo el tiempo que estemos con ellos no se centre únicamente en estos temas. Porque también es importante "darnos permiso para disfrutar o para sacar el sentido del humor en nuestro día a día", afirma Martín, incluso en momentos complicados personales de nuestra vida. Podemos darnos permiso para reír. Sin sentirnos para nada culpables.
Intentemos que, cuando quedemos con amigos y familiares, la conversación no gire todo el rato en torno a los acontecimientos que estamos viviendo, démonos permiso para disfrutar y sacar también el sentido del humor en nuestro día a día
Así, es importante -añade García, "estar alerta para que la apatía y la actitud pasiva no se apoderen de nuestro estilo de vida. Intentar retomar actividades que realizábamos en el pasado antes de la pandemia. Aunque a veces, no nos apetezca. Poco a poco volveremos a activar el recuerdo de lo gratificante que era y vendrá el disfrute".
También es fundamental llevar hábitos saludables para poder mejorar la fatiga, incluso también nuestros momentos de ansiedad. "Intentar estar en contacto con la naturaleza, hacer ejercicio, meditar y llevar o tener hábitos que nos carguen de energía y nos ayuden a contrarrestar la fatiga", añade. Como explicamosaquí, hacer ejercicio físico, además de mantener una alimentación sana, es un gran aliado no sólo para cuidar nuestra salud física sino también para cuidar nuestra salud mental.
Por último y sin duda una de las cosas más importantes que nos ayudan a sentirnos mejor, es poder ayudar. Ayudar de alguna forma, y tal y como cada persona pueda, como hemos hecho cuando ha ocurrido algún acontecimiento de gran magnitud. La solidaridad es un valor que nos enriquece.
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"Sentir que podemos hacer cosas aumentará nuestra sensación de control. Por ejemplo, ofrecer algún tipo de donación, participando en alguna asociación, ONG... No es necesario aspirar a dar una ayuda a nivel nacional, con que se la muestres a tu vecino o comunidad ya es muy importante", finaliza García.