La obesidad es una enfermedad multifactorial, en la que intervienen factores biológicos, genéticos y sociales, junto a factores externos, sin embargo todavía no se considera una enfermedad. Y esto es algo que lamentan los expertos y profesionales porque ello hace que las personas con obesidad sigan estando muy estigmatizadas por la sociedad.
Porque todavía se piensa que la obesidad surge por comer mucho o porque la persona no se "contiene", por ser un problema de falta de autocontrol, cuando no es así para nada. "La obesidad no es ninguna elección ni una enfermedad moral. Una persona no escoge sufrir obesidad, es ésta quien te escoge", afirmaba recientemente el Dr. Antonio Alcántara, coordinador del grupo de Psicología y Obesidad de la Sociedad Española de la Obesidad (SEEDO).
Tal como exponía este profesional en Estas son todas las 'armas' terapéuticas para tratar la obesidad (una enfermedad aún no reconocida), en su desarrollo intervienen condicionantes genéticos y endocrinos y también factores ambientales como el estrés, la medicación, la falta de horas de sueño, el aumento de patrones de trabajo sedentarios y la nutrición.
Por ello, es importante, para que la obesidad deje de tener el estigma que tiene y para que no impacte de forma negativa en la salud mental de las personas que la padecen desculpabilizar a los pacientes, dejar de decir que la obesidad es una elección.
Tanto es así que según expone Ana Morales, psicóloga especializada en alimentación emocional y aceptación corporal, "la conducta suicida representa la complicación fatal más severa en personas con depresión. Y cuando la depresión se combina con obesidad, el riesgo se amplifica".
Así, los estudios recientes muestran que "las mujeres con obesidad tienen un 20% más de riesgo de ideación suicida y un 23% más de intentos de suicidio. En el caso de los hombres, las cifras son aún más preocupantes: 81% de riesgo de ideación suicida y 77% de intentos de suicidio", añade Morales.
"El estigma asociado a la obesidad impacta directamente en la salud mental, llevando a muchos a sentirse atrapados en un círculo de ideación e intentos de suicidio", explica Morales. Y es que "el estigma, arraigado en la sociedad -añade la experta- "no solo se refleja en las miradas y actitudes negativas hacia las personas con obesidad, sino que también perpetúa y profundiza su sufrimiento emocional y mental".
Por ello, asegura la experta que es importante que hoy, 10 de septiembre, Día internacional de la Prevención del Suicidio, hagamos una llamada a la reflexión: "Es clave instar a los profesionales de la salud y a los medios de comunicación a trabajar juntos para cambiar la percepción y ofrecer apoyo real a aquellos que sufren no solo de obesidad, sino también de los estragos emocionales y mentales que conlleva. El cambio puede comenzar con cada uno de nosotros, priorizando la comprensión y el apoyo por encima del prejuicio", comenta la experta.
A continuación, mostramos algunas señales para detectar que una persona cercana, un familiar o amigo con obesidad puede puede estar pensando en el suicidio que explica a laSexta.com la psicóloga Ana Morales. Anteriormente, en Así podemos detectar las señales de alerta del suicidio, los psicólogos José Antonio Luengo y Luis Fernando López, ambos del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP), explicaban también cuáles son todas esas señales que pueden avisarnos de que un amigo/a nuestro puede estar pasando por una situación de vulnerabilidad que le haga pensar en el suicidio.
Cómo identificar las señales del suicidio
Según explica Morales, uno de los desafíos más difíciles y angustiantes en el ámbito de la salud mental es identificar y responder adecuadamente a las señales de que alguien cercano podría estar considerando terminar con su vida. A menudo, los seres queridos se encuentran en una posición privilegiada para notar estos indicios y ayudar.
Sin embargo, ¿cómo saber si una persona está realmente en peligro? ¿Cuáles son esas señales que nos dan? "Primero, es esencial comprender que muchas personas, antes de intentar suicidarse, manifiestan ciertos signos y síntomas que hacen posible la detección del riesgo suicida. Estos indicadores se pueden dividir principalmente en señales de alerta verbales y no verbales", explica.
Señales de alerta verbales
- Comentarios negativos recurrentes sobre sí mismos o sobre su vida, como "No valgo para nada" o "Esta vida es un asco"
- Expresiones de desesperanza respecto al futuro, tales como "Lo mío no tiene solución" o "Las cosas no van a mejorar nunca"
- Verbalizaciones directas o indirectas relacionadas con el acto suicida o la muerte, como "Me gustaría desaparecer" o "No deseo seguir viviendo"
- Despedidas verbales o escritas inesperadas, que pueden manifestarse en frases como "Quiero que sepas que en todo este tiempo me has ayudado mucho"
Señales de alerta no verbales
- Cambios repentinos en la conducta, que pueden ir desde el aumento significativo de la irritabilidad y agresividad hasta un período inusual de calma y tranquilidad
- Desinterés marcado por actividades que anteriormente eran placenteras
- Signos evidentes de apatía, tristeza y aislamiento social
- Consumo inusual o aumento de alcohol y otras drogas
- Un notable descenso en las calificaciones académicas, en el caso de adolescentes o en el rendimiento laboral, en adultos
- Regalar objetos personales de alto valor sentimental o realizar despedidas inusuales a través de medios de comunicación o en persona
- Cerrar cuentas en redes sociales, resolver asuntos pendientes o hacer gestiones relacionadas con últimos deseos
Además de estas señales, es crucial estar alerta a cambios más sutiles pero significativos. "Por ejemplo, el abandono en la imagen personal, alteraciones en el patrón de sueño y conductas de riesgo son indicadores de alarma. Es especialmente preocupante cuando observamos remisiones espontáneas o mejorías injustificadas en el estado de ánimo de alguien que ha estado pasando por un periodo difícil; a veces, esta calma repentina puede ser indicativa de que la persona ya ha tomado una decisión con respecto a su vida", comenta Morales.
Es por ello que, tal como añade esta psicóloga, la clave es la observación y la comunicación: si sospechas que alguien cercano está atravesando por un momento difícil o muestra señales de ideación suicida, es fundamental abrir un canal de comunicación y mostrar empatía. Hablar sobre el suicidio no incrementa el riesgo; por el contrario, puede ser el primer paso para buscar ayuda y apoyo profesional".
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"La identificación temprana de estas señales es primordial. No obstante, es esencial recordar que la ausencia de estas señales no garantiza que una persona esté libre de riesgo. La atención, el cuidado y la comprensión son siempre necesarios. Es una responsabilidad compartida, y todos podemos hacer la diferencia", concluye Morales.