Editorial: Lunwerg

Año de publicación orginal: 2025

El mundo de la moda es como un depredador al acecho. No tiene piedad. Engulle, fagocita y destroza el alma de muchas personas. Y da igual que tengas un nombre y unos padres con pedigrí. Olympia Graf von Hasen lo sabe muy bien. Está a punto de hacer su puesta de largo en el megaconocido baile de debutantes de la cuna de la moda mundial: París.

Es hija de unos padres con mucha influencia. Está vinculada a la aristocracia, a la moda y al diseño. Y sus intenciones son de lo más loables porque quiere triunfar por sus propios medios pero, como le pasaba a Rachel en el primer episodio de Friends, le cuesta mucho desvincularse de sus padres.

Romper sus tarjetas de crédito, vamos. Esto último no es literal, es una licencia mía para hacerme entender mejor. Lo que a Olympia le cuesta horrores es brillar por ella misma por culpa de unos progenitores que son posesivos, caprichosos y ególatras hasta decir basta.

Brillar sola

Pero toda vida tiene su punto de inflexión. El de Olympia se llama Jon Hurritza. Un modisto que le abrirá un nuevo camino para que pueda hacerse un nombre por ella misma pero sin que pierda por el camino el aprendizaje de lo dura que es la realidad cuando te estampas contra ella sin un colchón detrás.

La protagonista de 'Flashing lights' representa una generación expuesta al juicio constante

París, Londres, Nueva York, Milán... todos los centros mundiales de la moda van a estar mirando con atención a Olympia. La exposición pública es total. Ya no solo como profesional emergente sino como ese sambenito del que quiere huir desesperadamente. Es "hija de", muy a su pesar. La protagonista de Flashing lights representa una generación expuesta al juicio constante. Algo que se explora con bastante vehemencia durante toda la novela.

Encontrar una voz propia en un entorno en el que las expectativas no es que pasen factura, es que te pueden engullir completamente. Sobrevivir a la perfección autoimpuesta, convivir con una herencia que detestas y que no te hace bien pero de la que no puedes huir. Todos estos tropos pululan por las 302 páginas de esta obra llena de pasarelas, filtros de luz y contratos millonarios.

Diseñador e influencer

Tras todo ello late la biografía de su autor: Juan Avellaneda. Alicantino de nacimiento, cuya carrera arrancó en grandes cadenas como Zara y Mango, donde aprendió los engranajes del fast fashion. Pero pronto quiso marcar la diferencia. En 2012 lanzó su propia firma masculina, Avellaneda, llena de cortes impecables, colores suaves… y un poso de descaro elegante. De repente, aquel chico que negociaba con minoristas, se vio rodeado de modelos, editores y cámaras de televisión.

Juan no es solo diseñador. Es influencer. Juez de estilo en varios talents shows de nuestra televisión. Ahora se atreve con su primera novela

Porque Juan no es solo diseñador. Es influencer. Juez de estilo en varios talents shows de nuestra televisión. Allí, entre recetas y canciones, escudriña cortes de pelo y siluetas con el mismo ojo quirúrgico que dedica a un traje a medida.

Sus dos mundos —el empresarial y el mediático— convergen en Flashing lights. El resultado es una novela que sabe de lo que habla. Describe los talleres, el backstage, las intrigas familiares y los contratos de seis ceros con la precisión de quien ha pisado cada baldosa. Y lo hace sin perder el pulso narrativo: capítulos breves que cambian de escenario con la agilidad de un desfile de alta costura.

La generación mediática

El ritmo es implacable. Hay momentos de tensión pura, bordados con pausas que profundizan en el corazón de los personajes. Olympia piensa, duda y se estrella. Jon seduce, manipula y crea. Ambos se empujan hasta el límite: sufrimos y gozamos al mismo tiempo.

Flashing lights no es solo una especie de thriller de costuras. Es un retrato de una generación que crece a golpe de atención pública. Una radiografía del ego, el linaje y la reinvención personal. Y, sobre todo, una llamada a encontrar tu propia voz cuando todas las miradas te gritan cómo debes ser y qué debes vestir. El lugar que ocupamos cuando nadie nos mira, y quiénes elegimos ser cuando todo el mundo lo hace.

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