Su vida empezó a ritmo de violines. Nacido en un barrio humilde, recicló basura, sufrió un desahucio, vació alcantarillas. De niño no lo tuvo fácil, pero la vida de Francisco Hernando, de Paco ‘El Pocero’, hijo también de pocero, cambió.

A los 20 construye su primer edificio: ocho plantas, 32 viviendas. A los 40 compra su primer yate. ‘El Pocero’ pasa de ser el aguador en las obras de una constructora a poseer todo un grupo empresarial.

A partir de ahí, construyó urbanizaciones, un centro comercial y le echó el ojo a un proyecto en Villaviciosa de Odón que le llevaría a su primera quiebra. No logró la recalificación de unos terrenos y se quedó sin construir y sin vender.

Pero el pocero, que recordemos, nació arruinado, sabía cómo reponerse. Su siguiente gran sueño fue Seseña. A 42 kilómetros de Madrid, Seseña era el lugar ideal para construir una megaurbanización con más de 13.000 viviendas.

No llegaron a hacerse ni la mitad. El Ayuntamiento, de IU, solo garantizaba el agua para 2.000 de las viviendas. El pocero proyectaba tener siete veces más. No se pusieron de acuerdo en esta y otras muchas cosas, y el alcalde de la localidad llegó a acusarle de prevaricación.

El pocero volvía a atravesar un  mal momento. Aun así, en 2007, con la burbuja empezando a quebrase, la macrourbanización, convertida en micro que se quedó a medias, se inauguraba por todo lo alto.

Falete era el artista invitado, pero la estrella era ‘El Pocero’. Una estrella generosa que le prestaba el jet a la “niña burbuja” y le ofrecía sueldos de por vida que dejaba de pagar a los dos años.

Siete años después de su inauguración, Seseña sigue siendo el gran dolor de cabeza del pocero. Los bancos se han quedado con más de 2.000 casas como pago, los precios bajan y bajan, y lo que iba a ser oro brilla más bien poco.

Menos aún si tenemos en cuenta que dos de sus acreedores le reclaman lo que, según ellos, se les debe. Paco ‘El Pocero’, a sus 69 años, tendrá que enfrentarse de nuevo al que fuera su gran sueño, esta vez, en los tribunales.