Zamora y la Semana Santa: el silencio más sobrecogedor

La Semana Santa es el acontecimiento religioso, cultural y turístico más importante en Zamora. Frente a otras celebraciones de Semana Santa, la de Zamora se caracteriza por su gran participación, su carácter popular y por una rigurosa austeridad, un respeto y un silencio que es intenso y sobrecogedor.

Desfilan diecisiete cofradías desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección; las calles de la ciudad se convierten en un escenario vivo de pasión y fervor y en un auténtico museo vivo. Zamora es la única ciudad de España que dispone de un Museo de la Semana Santa, digno de contemplar, en la que se guardan la mayoría de los Pasos que desfilan en Semana Santa.

Hay muchos momentos a destacar en esta celebración por las calles de la capital, pero es obligado contemplar varios Pasos: El Juramento del Silencio, en la Plaza de la Catedral, en la tarde del Miércoles Santo; la procesión de las Capas Pardas –impresionante por su austeridad- y la del Cristo Yacente que recorre las calles la noche del Jueves Santo. Precisamente ante este Cristo se canta un sobrecogedor Miserere, en la Plaza de Viriato, que pone los pelos de punta. A la una de la madrugada, sólo las antorchas de los cofrades iluminan el paso del Cristo Yacente y se canta una canción de piedad en medio de un silencio absoluto; es realmente impresionante.

La Semana Santa en Zamora se remonta al siglo XIII, y se ha conservado durante siglos manteniendo la austeridad, el silencio y la oración. Quien presencie esta fiesta en Zamora, quedará sorprendido por el sentimiento y la fe con la que se vive, y por los contrastes: las Hermandades Penitenciales desfilan de noche y de madrugada, acompañados de cientos de hermanos descalzos; y contrasta con la luminosidad de las Procesiones diurnas, igualmente conmovedoras.

Una procesión digna de mención la que sale de la Iglesia de San Juan a las cinco de la madrugada: procesionan la Virgen de la Soledad y la popularmente conocida como el Cinco de Copas –por la peculiar disposición del Cristo en el centro, rodeado de cuatro soldados romanos-; merece la pena ver cómo “bailan” el Paso al salir de la iglesia. Cuando el Paso llega al Barrio de las Tres Cruces –que simboliza el Calvario- se hace una parada de media hora, en la que se aprovecha para tomar unas reconstituyentes sopas de ajo –en los bares te regalan la cuchara de madera y la cazuelita de barro-.

El Domingo de Resurrección no nos podemos perder otra tradición gastronómica: el “Dos y Pingada” (dos huevos fritos, lonchas de jamón serrano frito acompañado de pan), se sirve en todos los bares y restaurantes por la mañana y a la hora de comer ; es una gozada reconstituyente que podemos completar con un vino de Toro de la zona.

Silencio, tradición y pasión en una de las Semanas Santas más impactantes de España.

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