VENEZUELA
Historia de la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá de Maracaibo y su tradición con raíces andaluzas
Viajamos hasta Maracaibo, en Venezuela, para conocer el sorprendente origen de la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá.

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Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Venezuela, concretamente hasta la ciudad de Maracaibo. Allí nos topamos con un gran número de construcciones y monumentos, como es el caso de la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá. Se trata del templo católico más concurrido del estado de Zulia y está dedicado a la Virgen de Chiquinquirá.
Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá de Maracaibo, a través de su historia
La devoción hacia esta Virgen está entrelazada con la evolución del templo que la resguarda, así como con una serie de acontecimientos que, a lo largo de tres siglos, han marcado a Maracaibo. El origen de esta construcción nos hace viajar hasta 1686, cuando el capitán Juan de las Nieves Andrade levanta una ermita de paja y barro dedicada a San Juan de Dios, a quien tenía una profunda devoción. Ese edificio se convirtió, con el tiempo, en el punto de partida de la construcción que conocemos en la actualidad.
Todo fue más allá en 1709 cuando una mujer encontró a orillas del Lago de Maracaibo una pequeña tabla que utilizó como tapa de una tinaja. Con posterioridad, sonidos y luces inexplicables la guiaron a descubrir la imagen resplandeciente de la Virgen y el Niño, acompañados de San Andrés y San Antonio. Aquella pequeña tabla no tardó en convertirse en objeto de peregrinación. Es más, fue trasladada a la ermita, lo que dio origen a esta tradición mariana zuliana.
Desde ese preciso instante, el templo experimentó un gran número de procesos de ampliación, así como de reconstrucción. Es más, en 1712, el gobernador Francisco de la Roche Ferrer dio orden de levantar una iglesia de ladrillo en ese mismo lugar. Años más tarde, concretamente en 1717, Guillermo Tomás de Roo optó por demoler la estructura previa para erigir una mucho más amplia, que se concluyó en 1723. Además, en 1770, Pedro González de Acuña decidió añadir la primera torre.

El crecimiento espiritual y urbano de Maracaibo hizo que se llevaran a cabo nuevas reformas. Fue en 1858 cuando José de Jesús Romero se encargó de una remodelación en la que se incluyó el cambio de nombre a Parroquia de Nuestra Señora de Chiquinquirá y San Juan de Dios. Con posterioridad, en 1920, el obispo Arturo Celestino Álvarez obtuvo el decreto que elevó el templo a Basílica menor de la mano del Papa Benedicto XV. La remodelación que comenzó tan solo un año después configuró el templo que conocemos en la actualidad. En 1942, se celebró la coronación canónica de la Virgen a la que asistieron diversas autoridades. Esta ceremonia culminó con la imposición a la Imagen de una corona de 10 kilos de oro y 18 quilates.
La Bajada de la Chinita
Tiene raíces en una tradición andaluza que se adoptó en Maracaibo a principios del siglo XVIII. Aunque existía desde entonces, lo cierto es que adquirió una gran relevancia tras la coronación de 1942. A pesar de todo, esta celebración no se hizo continúa hasta la llegada del párroco Roberto Luckert en la década de los 70 del pasado siglo. Al principio no se hablaba de “bajada”, sino de “traslado”.
Pero, ¿en qué consistía? En llevar la imagen de la Virgen desde el camarín hasta un mesón donde el pueblo la veneraba antes de comenzar la procesión. Lo que es un hecho es que, en 2002, se marcó un punto de inflexión con la instalación de un tobogán electrónico, reduciendo este descenso a 30 minutos. Desde 2009, debido al aumento de feligreses y devotos, la ceremonia se realiza en la Plazoleta de la Basílica, donde un tobogán de 60 metros hace posible que la Virgen descienda el último sábado de octubre. ¡Muy curioso!
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