ALBANIA
Un paseo por Gjirokastër, un pueblo de piedra bajo una fortaleza otomana en Albania
Entre sus principales atractivos se encuentran sus casas tradicionales, la gastronomía local y una fortaleza de la Edad Media.

Publicidad
En una ruta por los Balcanes, nunca puede faltar una parada en Gjirokastër: una de las ciudades históricas más especiales de la zona. Situada al sur de Albania, entre montañas y valles, Gjirokastër es conocida popularmente como 'la ciudad de piedra' y es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Sus calles empedradas reflejan la esencia de los Balcanes y son algo así como un museo al aire libre. Allí hay casas torre que datan de entre los siglos XVII y XIX, cuyo estilo arquitectónico es típico del periodo otomano. Construidas en piedra, las viviendas tienen tejados del mismo material, balcones de madera y muros gruesos que, vistas con perspectiva, parecen esculpidas en la montaña.

Repleta de cuestas, las calles están pavimentadas con losas de gran tamaño y forma irregular. Caminar por ellas no resulta sencillo, por eso invitan a recorrer la ciudad sin prisa. A ello ayudan los cafés tradicionales, las tiendas de artesanías y los antiguos bazares, en los que todavía hoy se respira el ambiente de antaño.
Entre todo ello, hay un lugar que destaca sobre el resto: la fortaleza de Gjirojastër, una de las de mayores dimensiones de los Balcanes. Situada sobre una cresta rocosa, preside la ciudad desde las alturas, y ha ido cambiando con el paso de los años. Y es que aunque se construyó en la Edad Media, ha sufrido ampliaciones y remodelaciones con el tiempo. La primera, durante la época otomana. La segunda, a principios del siglo XX.

Al visitar la fortaleza de Gjirojastër, el viajero descubre torres defensivas, galerías de piedra, un museo dedicado a la resistencia albanesa y un antiguo polvorín. También los restos de un viejo avión estadounidense, capturado durante la Guerra Fría. Además, esta construcción regala también unas vistas muy bonitas del valle del río Drino.
Dicho esto, hay algo más que puede hacerse en esta ciudad de Albania, y es degustar la gastronomía local. Así, una buena idea es detenerse en alguno de sus restaurantes y pedir byrek, qifqi u oshaf, tres platos que reflejan a las mil maravillas la fusión de influencias balcánicas y mediterráneas.
Publicidad





