VALLE DE VERZASCA
El espectacular pueblo de Suiza que tiene piscinas naturales y puentes medievales
Las bellezas naturales dialogan con la arquitectura tradicional de los pueblos de montaña en uno de los valles más hermosos de Suiza, un lugar que roza lo que podría ser el paraíso en la Tierra ¡Te contamos todos los detalles!

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Suiza es un país caracterizado por sus impresionantes paisajes montañosos que abrazan a los Alpes, así como por su riqueza cultural derivada de su ubicación geográfica, donde conviven diversas lenguas y tradiciones. En su territorio destacan ciudades de gran relevancia, como Zúrich, considerada la capital financiera; Berna, la capital política; y Basilea, capital cultural e industrial. Pero más allá de estas famosas urbes, Suiza también esconde pequeños rincones llenos de encanto, como el Valle de Verzasca.
Este valle se encuentra en el cantón suizo del Tesino, una región de habla italiana con la que comparte arquitectura, gastronomía y cultura. Es una mezcla perfecta entre lo alpino y lo mediterráneo. El valle está formado por varios pueblos donde la tradición sigue viva y lo pintoresco se lleva por bandera. Es famoso sobre todo por el río Verzasca, de aguas cristalinas color esmeralda, y por sus puentes medievales, como el icónico Ponte dei Salti.
La mejor forma de disfrutar de estos paisajes naturales y rurales es realizar una ruta por los pueblos más destacados, entre ellos Lavertezzo, una pequeña localidad de no más de mil habitantes. El río baña la iglesia y las típicas casas de piedra, pero el verdadero corazón del pueblo es el Ponte dei Salti, un puente no apto para quienes sufren vértigo, aunque irresistible para los más valientes que se atreven a saltar a las frías aguas turquesas donde se pueden apreciar los fondos rocosos con total nitidez.
En este valle también se esconden joyas, como aldeas de apenas una docena de habitantes que conservan la arquitectura tradicional, donde la vegetación se integra con las estructuras de piedra. Sin embargo, muchos de estos pueblos enfrentan duras condiciones económicas y sociales, lo que ha llevado a parte de sus habitantes a emigrar en busca de mejores oportunidades. Hoy, algunas de estas aldeas se utilizan como segundas residencias para disfrutar del verano en plena naturaleza.
Otra parada obligatoria es Sonogno, un pueblo que combina a la perfección su aspecto tradicional con un aire renovado, gracias a la importancia turística que ha adquirido por su gran valor patrimonial. Es el último pueblo del valle, pero guarda tesoros naturales como la Cascata della Froda, así como joyas arquitectónicas como la iglesia de Santa Maria Lauretana. Además, cuenta con un museo etnográfico que promueve una visión global sobre cuestiones sociales, antropológicas y de sostenibilidad, reforzando el vínculo entre tradición y futuro.
Para recorrer el valle, lo más recomendable es hacerlo en coche o a bordo del PostBus suizo, que atraviesa todo el valle. Lo ideal es dedicar un par de días para disfrutar con calma de la ruta y de los tesoros naturales y culturales que ofrece el camino.
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