La autopsia de Sansa

Dos forenses, sobre el "ensañamiento" en el crimen de Sansa: "No existían ni ojos, ni boca, ni nariz ni nada"

Uno de los objetivos más importantes en la autopsia del asesinato a Josep Montané, Sansa, en febrero del 95, era establecer la fecha de la muerte. No fue fácil, ni preciso, porque el cadáver "estuvo en varios espacios".

Dos forenses, sobre el "ensañamiento" en el crimen de Sansa: "No existían ni ojos, ni boca, ni nariz ni nada"

En este fragmento del documental sobre el crimen de la montaña de Tor, Carles Portra entrevista a Montserrat Pedrico y Paco Viñuela, forenses en el caso de la muerte de Josep Montané, Sansa. Una investigación en la que no fue "fácil ni preciso" esclarecer la fecha concreta de la muerte.

El hecho de estar en un hospital ayudó a los forenses a poder hacer una radiografía donde pudieron ver lesiones importantes a nivel craneal y cervical, según señala Montserrat. "Se encontraron lesiones traumáticas a nivel del esternón y fracturas en la costilla", remarca Viñuela. Un altercado con "mucha violencia física que terminó en asfixia".

"No solo estaba la ahorcadura en sí, sino que el cable sirvió para arrastrar el cadáver; estaba clarísimo que se habían ensañado con él", explica Viñuela, quien remarca que "era complicado pensar que una persona sola" pudiese haber cometido el atroz ensañamiento, por lo que se pensó que podía haber sido más de uno.

¿Reveló la autopsia la fecha de la muerte de Sansa?

Uno de los objetivos más importantes en la autopsia del asesinato de Sansa era establecer la fecha de la muerte. Sin embargo, hubo "muchas complicaciones" porque "el cadáver estuvo en varios espacios".

"El primer espacio seguramente era un ambiente en la calle, soleado, con poca humedad, que podría comportar una evolución casi normal de los fenómenos de la putrefacción y la autolisis. Había muchas zonas del cuerpo que estaban totalmente destruidas;no existían ni ojos, ni boca, ni nariz, ni nada. Y los pies estaban prácticamente desaparecidos", detalla el forense.

En cambio, había otras zonas del cuerpo que "estaban mejor conservadas". El forense atribuye esto a "las grietas del suelo con sus rendijas" desde donde se "colaba una corriente de aire" que pudo haber hecho que se "conservara bastante y que se hiciera una momificación del cadáver".

"Solo había larvas de moscas y no había moscas. Lo que significa que el cadáver había estado en otro ambiente donde la mosca había puesto sus huevos. Una vez que los puso, el cadáver fue retirado y transportado a otro lugar. Ese otro lugar era un lugar cerrado y se llevó al lugar cerrado y se mantuvo cerrado", concluye Viñuela.

La preservación de algunas zonas del cuerpo hizo pensar a Montserrat que "no había pasado más de cinco días, seis, siete días" desde el asesinato, pero "la evolución de otras zonas" llevaba a mucho más allá. "Por eso, la cosa estaba entre una y dos semanas, no más allá de dos semanas", explica la forense.

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