Mónica intenta aportar su granito de arena a la excarcelación de Rubén, complicando aún más las cosas y colocándose ella misma en el objetivo de la policía. Silvia acude a ver a su padre cuando sale de prisión, preocupada por las implicaciones que el escándalo pueda tener en su propia familia. Así descubre que es testaferro involuntario de su padre, pese a la distancia que siempre ha mediado entre ellos. Ahora deberá ponerse al corriente de los entramados financieros del patriarca Bertomeu.