Alberto Chicote visita con Carlo Stella, activista antidespilfarro, varios colegios del norte de Madrid para comprobar cuánta comida se tira del comedor escolar y en qué estado se encuentra. La sorpresa llega cuando abren las bolsas del colegio Los Sauces La Moraleja, en Alcobendas, y dan con 30 ó 50 kilos de lentejas, aún calientes: "Es una vergüenza y eso que las legumbres se pueden conservar, congelar y volver a calentar. Es un producto que no tiene ningún riesgo...", asegura Stella.

Lo más rápido es tirar la comida que no han tomado a la basura, pero hay muchas formas para no desperdiciarlo: "Podríamos envasarlo por porciones, congelarlo y distribuirlo donde quisiésemos", explica Chicote, pero no hay conciencia de reusar: "Vivimos en la sociedad de la abundancia y esta abundancia hace que como no carecemos de alimentos, no los valoramos", cuenta Carlo Stella.

En la basura del colegio San Patricio, en Alcobendas también, ambos encuentran unos 40 kilos de arroz con bacon, queso, nata... ¿Cuánta gente estaría dispuesta a comerse esto sin que antes haya pasado por la basura? "Igual el error está en ver basura donde lo que hay es comida", reflexiona Chicote, y es que una vez que la comida entra en esas bolsas, ya es basura, pero ambos hablan de posibles proyectos que llevar a cabo en los centros escolares para donar la comida que no se ha llegado a servir.