Las tortillas tienen que estar hechas. Este es el primer consejo del nutricionista Pablo Ojeda, a pesar de que es consciente de que a mucha gente le gustan crudas.

"Si comes en un restaurante fuera no es recomendable que una tortilla esté cruda porque después podemos tener problemas. Y menos en un bar que no es de nuestra grandísima confianza", insiste el experto.

Así pues, una tortilla sólida y uniforme es la opción correcta y no las que se quedan crudas o deshechas. Ojeda recuerda los nueve casos de personas infectadas por una partida de tortillas frescas que se contaminaron por la bacteria botulínica e insiste en que nunca hay que romper la cadena de frío de las tortillas frescas porque se les estarían dando todas las herramientas a las bacterias para despertar y actuar.

El problema de esto es que, una vez contaminada, se contamina directamente todo el producto y no una parte, como se cree.