Alexis Tsipras recibe en Atenas a un invitado muy especial. El líder de Syriza y el de Podemos, unidos sobre un escenario sólo unas horas antes de que los griegos voten. Pablo Iglesias se acerca al micrófono y habla de cambio.
Iglesias, profesor madrileño de 36 años. Tsipras, ingeniero ateniense de 40. Los dos se declaran su amor ante las cámaras. Dos líderes jóvenes que llevan meses compartiendo fotos y estrategia. A los dos les interesa identificarse el uno con el otro, y lo explotan hasta la extenuación. Han conseguido lo que parecía imposible: que un partido minoritario tenga opciones de ganar unas elecciones. No es lo único que tienen en común.
La primera aparición en la tele de Alexis Tsipras data de 1990. Tiene sólo 16 años, y preside el Sindicato de Estudiantes. Lidera una revuelta educativa, pero apenas es capaz de levantar la mirada cuando contesta a la presentadora. Iglesias también empezó pronto con las movilizaciones, concretamente en 2001. Una de sus primeras apariciones en un medio de comunicación fue tras la muerte de un manifestante en una cumbre del G-8. Tenía 23 años, dos piercings y madera de líder. De la centralidad del tablero aún no sabía nada.
Hoy, ambos están al frente de los partidos que aspiran a cambiar la política en Europa. ¿Qué tienen en común Tsipras e Iglesias? ¿En qué se diferencian? Su primera semejanza es el éxito electoral. Detrás de Tsipras e Iglesias hay dos partidos que nunca antes habían tenido opciones de gobernar: Syriza y Podemos, hasta las elecciones europeas de mayo de 2014.
Viniendo de la nada, Podemos logró 5 eurodiputados. Uno por cada mes de vida del partido. Esa misma noche, Syriza se convirtió por primera vez en la fuerza más votada en Grecia, con un ascenso meteórico, de un 4% de votos en 2009 a una estimación de un 35% en las elecciones del domingo. En cinco años, prácticamente multiplicaría por nueve su apoyo. La curva de Podemos es parecida. Hasta 2013 ni existían. Y a partir de ahí, un 8% en las europeas y una proyección, si hoy hubiera elecciones, del 28%.
Ambos comparten también el rechazo a la austeridad y el utilizar la crisis como motor. Las consecuencias de la crisis económica y la corrupción han sido los mejores combustibles para Syriza y Podemos. Pero tal vez lo que les ha hecho recibir más críticas es la moderación del discurso. Su radicalidad ha menguado con la misma velocidad con la que han multiplicado sus expectativas de voto.
Pero no todo son similitudes entre los dos partidos. Los separa la etiqueta de ‘izquierdas’. Podemos huye de la palabra, Syriza la ha convertido en su bandera. De hecho, su nombre significa justo eso: coalición radical de izquierda. Además, Syriza ya gobierna. La formación consiguió dos Gobiernos regionales y nueve municipios del cinturón de Atenas, mientras que Podemos aún no ha tocado el poder.
Si Syriza ya gobierna, se define de izquierdas y tiene años de experiencia, entonces quizá su doble español, no sea podemos, sino Izquierda Unida, que lleva años hermanada con Syriza. Sus estatutos son casi iguales. Además, esta semana, Cayo Lara también ha viajado a Grecia para apoyar a Tsipras. Para Gaspar Llamazares, Syriza, en realidad, es una mezcla entre Izquierda Unida y Podemos: “Es Podemos por los resultados, pero IU por la estructura y el tipo de partido”.
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