El caso del asesinato del periodista Jamal Khashoggi es una de las grandes atrocidades de Arabia Saudí. Cuando comenzaron las purgas del príncipe Bin Salmán, Khashoggi se exilió y se convirtió en un disidente que criticaba abiertamente al heredero. "El Gobierno tiene el control total con gente encarcelada y silenciando las voces disidentes", llegó a afirmar.

Hace cinco años Khashoggi estaba en Estambul y allí unas cámaras de seguridad registran su imagen en el entorno del consulado de Arabia Saudí, donde entra. Se va a casar con su pareja y necesita algunos documentos. Sin embargo, nunca más se le vuelve a ver con vida.

"En el consulado de Arabia Saudí fue torturado y, posteriormente, descuartizado. Sin embargo, sus restos, nunca fueron encontrados", recuerda David Hernández, autor de 'El reino de Arabia Saudí y la hegemonía de Oriente Medio'.

Un informe desclasificado de la inteligencia americana asegura que "Bin Salmán aprobó la operación para capturar o matar a Khashoggi".

"Cinco años después, Mohamed bin Salmán ha sido rehabilitado. Joe Biden dijo, antes de ser presidente, que lo convertiría en paria y hoy lo visita, y está negociando un acuerdo de seguridad que incluye reconocimiento por parte de Arabia Saudí de Israel", reflexiona Francisco Carrión, periodista de El Independiente.

"El mundo está cambiando. Europa y los países europeos cada vez pintan menos y el siglo XXI parece estar escrito a favor de países como Arabia Saudí", subraya Hernández.

"Arabia Saudí se está convirtiendo, o más bien pretende convertirse en un gran centro, en un gran puente de comunicación entre Occidente y Oriente", apunta Ignacio Álvarez Ossorio, catedrático de Estudios Árabes de la Universidad Complutense de Madrid.