Ser mujer y trabajar en el mundo del camión no es algo sencillo. Una camionera le explica a Jordi Évole las situaciones incómodas a las que ha tenido que hacer frente: "Yo estuve una temporada en una ruta fija y ahí había unos compañeros que me hacían un poco la vida imposible. Y no sé muy bien por qué".

Recuerda que se "vestía con un chándal" y no se "maquillaba para pasar desapercibida". "Yo llegaba a casa llorando y pensé en dejar el camión porque no podía estar así", asegura.

Sin embargo, un día cambió "el chip" cuando su pareja le dijo "o te arreglas y vas a trabajar como vas siempre, o lo dejas porque así no puedes estar. Estás haciendo bien tu trabajo y a quien no le guste que se joda".

Por ello, ahora va "como le da la gana", algo que le sigue costando algunas críticas: "Me dicen '¿cómo vas así al camión?', '¿por qué llevas unos pantalones cortos?' o '¿por qué vas mona?'"

Jordi Évole le dice que "el mundo es machista de por si" y le pregunta por el machismo "en el mundo del camión", a lo que ella contesta: "Yo solo te digo que para que sea normal tienes que venir y hacerlo tú normal para que ellos vean que es normal que haya mujeres".

De hecho, este machismo también se traduce en el riesgo que sufren las camioneras por ser mujeres. La protagonista de esta entrevista explica que lleva "un spray pimienta" porque aparte de sufrir un robo, "a las mujeres las pueden violar".

Otro de los aspectos negativos son las jornadas interminables y "los horarios casi imposibles de cumplir": "Parece que importa más la mercancía que tu propia vida".

Sin embargo, asegura que nació "para hacer este trabajo": "Iba en el autobús del colegio y me fijaba en el conductor. Yo veía que iba todo el rato para arriba, para abajo y decía 'de mayor quiero hacer eso'".