Esta camionera cuenta en 'En ruta' cómo llegó a este trabajo, tras trabajar en "la cocina de restaurante": "Conocí a mi pareja, que es camionero, y me llevó de viaje. El primer día que subí en el camión y me fui a Barcelona, flipé".

Sin embargo, asegura que esta profesión "tiene muchas cosas malas", como "las jornadas interminables de 15 horas" o la "responsabilidad" de llevar un vehículo tan pesado lleno de mercancía. "Esto vale una pasta, no es un juguete. Y es peligroso", señala.

Además, destaca que "hay veces que te ponen unos horarios que son casi imposibles de cumplir: "Llevas tornillos, pero tienes que llegar porque el cliente lo quiere ya. Hay veces que se te hace pesado, y sí, parece que es más importante la mercancía que tu vida porque, en realidad, nosotros somos reemplazables".

Y esta no es la única parte negativa de conducir un camión. Hacerlo y, además, ser mujer conlleva otros riesgos, como sufrir robos o agresiones sexuales. Por ello, la protagonista de esta entrevista siempre lleva un "spray de pimienta".

Un machismo que también ha tenido que sufrir con sus propios compañeros. Según nos explica, hubo un tiempo que trabajó "en la misma ruta" y le hicieron "la vida imposible".