La tensión en el restaurante no para de crecer. En medio de un servicio nefasto, Remedios se desespera tirando un plato al suelo: "Antonio, salte de la barra. ¡Estoy hasta las narices!".

Una bronca entre los dueños alarma a todos los comensales que alucinan con la situación que están presenciando.

Y entre grito y grito, Chicote se echa las manos a la cabeza: "Reme parece que ya no puede más. Fíjate que igual ya no me extraña mucho".

José Antonio, el dueño, se siente incomprendido y amplía su enfado con todos los trabajadores: "Si no estáis a gusto, coged y os marcháis".

Reme toma nota, se quita el delantal y se marcha: "Me voy fuera con mi hijo, pero no me llames porque no voy a entrar. ¿Te queda claro?".