Las imágenes de un hombre arrojando una nevera monte abajo causaron la indignación en las redes y le han llevado a ser despedido, además de a pagar una multa. Y es que un frigorífico es un electrodoméstico altamente contaminante: lo mismo que un coche que recorre 15.000 kilómetros.

Esto es así, en primer lugar, por su consumo energético, ya que permanece enchufado todo el tiempo, pero es que además contiene gases contaminantes que se usan en la refrigeración, además de aceite en el motor y una estructura con aluminio, plástico y otros elementos que también ensucian.

La parte posterior de la nevera es donde se sitúan los mencionados gases: en los modelos más antiguos, estos afectan a la capa de ozono, pero los que contienen los frigoríficos nuevos también contribuyen al efecto invernadero.

De ahí lo peligroso de tirarlo como el protagonista del vídeo ya convertido en viral, puesto que entonces se rompen los tubos y estos gases salen al exterior.

De modo similar, una gota del aceite contenido en el motor puede llegar a estropear hasta 1.000 litros de agua. Ello sin contar con los elementos de plástico, hierro y aluminio de la propia estructura de la nevera.

Por este motivo, lo adecuado es que, finalizada la vida útil del aparato, llamemos a la empresa fabricante para que lo recoja o lo llevemos a un punto limpio, donde se extraerán los elementos tóxicos de forma segura y se reutilizarán otros: hasta el 85% de un frigorífico es reciclable.

Consejos para no contaminar con la nevera

Mientras aún funcione nuestra nevera, hay varios consejos que podemos seguir para prolongar su duración y proteger el medio ambiente, como mantener la temperatura entre los 3 y los 5 grados (por cada grado que le bajamos de más, incrementaremos en un 8% el consumo).

Otro aspecto a tener en cuenta es que tener abierta la puerta más de 10 segundos hace que la nevera empiece a perder frío, así que es conveniente tener claro qué queremos sacar antes de abrirla.

Quitar la capa de hielo que se acumula en el interior también es importante, ya que por cada milímetro aumenta el consumo energético un 7%.

Finalmente, debe haber unos 5 milímetros de separación mínima entre los muebles o la pared y el aparato: así reducimos un el gasto de energía hasta en un 15% y conseguiremos que la nevera nos dure más.