Está considerado por el mismo como tierra de nadie, Jedlicka clavó su bandera, lo convirtió en país, lo dotó de nombre y hasta de un lema; "Vive y deja vivir".  Desde entónces más de 30.000 personas han solicitado ya la ciudadanía de Liberland, pero lo cierto es que la población del estado, está cifrada en siete personas.

"Somos gente de diferentes sitios que creamos algo bonito, esto no es una broma", explica un ciudadano de Liberland. Y para el desarrollo de un país se necesita una inversión, 20 millones de dólares.

Esta cantidad de dinero se invertirá desde sectores como energético o bancario para crear infraestructuras en un futuro no muy lejano. Hasta ahora sólo hay construida una casa.

Ya han abierto sedes de representación en Estados Unidos, Francia o Japón. Con una constitución ya establecida, el pago de impuestos es voluntario, cada uno los pagará en función de los servicios que reciba.

En los cinco meses de existencia del país, Jedlicka ya ha sido detenido, y lo que es peor, la bandera de Liberland fue robada por los vecinos de la zona.