Es el Palau de las Arts, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Apenas tiene siete años y sus paredes lucen, pero llenas de grietas y estrías. Está mal hecho y además, podría ser peligroso.

Solo hay que moverse unos metros para encontrarse con otro edificio polémico. El Ágora costó 100 millones de euros, pero está lleno de goteras y siempre que llueve se rompe la puerta. Y como en Venecia, en Tenerife, Calatrava inauguró varias veces un Auditorio porque tardó seis años en construirlo. El presupuesto incial: 72 millones de euros. Eso sí, la cifra acabó multiplicada por cuatro.

La seguridad no es el fuerte del "embajador de la marca España". Al puente Zubizuri de Bilbao hubo que ponerle una moqueta antideslizante porque era imposible caminar por él cuando llovía.

Calatrava no se lleva bien con el agua y se le olvidó que Bilbao es una de las ciudades más lluviosas de España. En el aeropuerto construyó una sala de espera al aire libre. Siete años después, el Ayuntamiento tuvo que cubrirla; eso sí, desembolsando tres millones de euros.

El Vistabella de Murcia es otro de los puentes ruinosos de Calatrava. El cristal de las losetas se rompía y el Ayuntamieto tuvo que gastar 100.000 euros en arreglarlo.

La idea inicial de esta columna dorada de 93 metros es que gire, pero pocos madrileños han tenido el placer de verlo. Calatrava diseñó un sistema hidraúlico que la hacía dar vueltas, pero mantenerlo le cuesta al Ayuntamiento 150.000 euros anuales.