Hubo un tiempo en que la Comunidad Valenciana respiraba lujo y derroche. A toda velocidad iba Francisco Camps meses antes de las elecciones autonómicas de 2007. En su mente, una promesa electoral: un circuito de Fórmula 1 que haría historia.

Camps prometió que, si ganaba, costaría cero euros. Todo lo pagarían empresas privadas, con el magnate de la Fórmula 1 Bernie Ecclestone como padrino. Y sí, ganó las elecciones, pero a partir de aquí llegó el frenazo.

Con el dinero de las arcas públicas malgastado en el circuito de Fórmula 1, podrían haber construido 75 colegios y 66 centros de salud. Un 'orgullo', que se ha convertido en centro de peregrinación de personas sin hogar que aprovechan las estructuras abandonadas para dormir y de chatarreros que las recorren, soplete en mano, en busca de cualquier elemento aprovechable.

Uno de esos sopletes, podría ser el causante del incendio de uno de los puentes del circuito. Los cuatro vehículos de bomberos que acudieron a la instalación tardaron más de lo deseable por culpa de la maleza que rodea la estructura. Gracias a su pericia evitaron que la pasarela se desplomara sobre el asfalto de un circuito que ha acabado haciendo historia: muchos ya lo consideran el vertedero más caro de Europa.