Arranca agosto y, con él, las fiestas del verano.  La tomatina de Buñol se lleva la fama, pero en agosto no sólo llueven tomates. En la Semana Grande de Donostia cae alcohol, harina, agua…Rienda suelta al desparrame.

Música, fiesta y mucha adrenalina en los encierros de Cuellar, donde los toros toman las calles y la costa. Aunque no todos en verano corren para escapar del toro: en Mataelpino, en Madrid, huyen de bolas gigantes, y hasta tienen versión infantil.

El que trata de escapar en Tarazona, Zaragoza, es una especie de pajarraco acribillado por la multitud. Es el Cipotegato, y su objetivo, cada año, es llegar hasta el centro de la plaza mientras todo el pueblo trata de impedirlo.

Hay fiestas muy grandes y otras, pequeñitas, pero igual de divertidas. Comer entre amigos es la mejor de las fiestas. Puede ser jamón, paella o pulpo, y vino, mucho vino. En Combados no se limitan a beberlo.  En Levante, prefieren la pólvora. En la cordà de Paterna, en Valencia, se desata una ensordecedora guerra en la que estallan hasta 2.000 petardos por minuto. Son 31 días y miles de fiestas por delante.