Las toallitas húmedas son un elemento clave en el baño de muchas personas. Algunas, como debe ser, las tiran a la basura. Sin embargo, muchas las lanzan al retrete sin conocer los riesgos que esta acción supone. La mayoría lo hace de forma inconsciente, al utilizarlas como alternativa al clásico papel higiénico.

Se tiren o no al retrete, deshacerse de las toallitas cuesta más 230 millones de euros al año. Los más solidarios con el medio ambiente pero que no quieren renunciar a ellas utilizan las que se anuncian como "biodegradables". Sin embargo, esta etiqueta no es tan fiable como podríamos pensar.

En Más Vale Tarde hemos hecho la prueba: uno de los paquetes de toallitas muestra una etiqueta que declara que son biodegradables y que, en teoría, se disuelven como el papel higiénico. Sin embargo, tras una semana sumergida en agua, sigue intacta.

El efecto en las que han estado en el agua durante 15 y 30 días es el mismo. Además, estas toallitas supuestamente biodegradables han quedado exactamente iguales que una que advierte en su empaquetado que no lo es.

Estos productos están hechos de microfibras y microplásticos y pueden atascar las tuberías si las tiramos por el retrete. En este sentido, se estima que una comunidad de vecinos podría recoger en un mes hasta 20 bolsas llenas de toallitas.

Al meter en una batidora la toallita que lleva un mes metida en agua, comprobamos hasta qué punto son resistentes: a pesar de engancharse en la cuchilla del aparato, sigue sin romperse.

No existe un sello oficial de España ni de la UE que identifique qué toallitas se pueden arrojar al WC, por lo que encontrarnos con uno no oficial puede inducir a engaño. En definitiva: no se puede tirar ninguna, porque no se desintegran.

Lo que sí se deshace

Entonces, ¿qué es seguro lanzar al retrete? Sí se puede tirar al retrete el papel higiénico clásico. Ni las toallitas húmedas -se anuncien o no como biodegradables- ni las desmaquillantes pueden tirarse al váter. Estas últimas, además, contienen una mayor cantidad de microplásticos.