A través de un estudio del polen se puede averiguar el origen botánico y geográfico de la miel, destapando si hay fraude o no en su etiquetado.

Entre los productos analizados, el científico asegura que que tengan el mismo color, algo que le hace sospechar sobre el origen de las mieles. En su análisis observa cómo uno de los productos, que debería ser una miel de brezo, "tiene romero, echium... pero de brezo se queda en un 20%", lo que califica como un "fraude", porque es en realidad una multifloral. Entre otras muestras observa que tienen un componente marrón que recuerda al azúcar tostado.

Marta Ferreiro, investigadora de la Universidad de Cádiz, ha mostrado el resultado de una miel adulterada y otra 100% natural, en cuyo análisis se puede observar el fraude. Un fraude que, insiste, es "bastante difícil" de diferenciar en el mercado.

Nutricionalmente también se pueden palpar sus diferencias: "La miel cruda tiene potasio, calcio, sodio, vitaminas del grupo D... pero la otra miel es igual que consumir cualquier otro azúcar, carece de efectos minerales", ha asegurado Blanca García Orea, dietista y nutricionista.