Hace 50 años

El secuestro de la embajada de Egipto en Madrid: 12 horas de miedo que pusieron en jaque a España en 1975

¿Cómo fue? Un comando palestino amenazó con matar al embajador y a dos diplomáticos si Egipto no rompía con Israel. La ciudad vivió entre tiradores en los tejados, jeeps en las calles y la mirada del mundo árabe puesta en la capital.

El secuestro de la embajada de Egipto en Madrid: 12 horas de miedo que pusieron en jaque a España en 1975

Madrid no estaba preparada para lo que iba a suceder aquel día. La embajada de Egipto en el barrio de Salamanca (Madrid) fue secuestrada por cuatro hombres armados, y de repente, la capital se convirtió en un escenario de tensión absoluta. Durante horas, la ciudad contuvo la respiración mientras dentro de aquellas paredes se jugaba una partida peligrosa.

Los protagonistas eran cuatro palestinos del comando 'Abdel Kader El Husseini', armados con pistolas, cuchillos y explosivos. Su objetivo: secuestrar al embajador egipcio, al cónsul y a un agregado, y obligar a Egipto a retirar su acuerdo con Israel, que en esos días se estaba negociando. Advertían: si no se cumplían sus exigencias, los diplomáticos morirían en 12 horas.

Pero la situación no era de caos absoluto. Los secuestradores hablaban español, eran cordiales, hasta agradables, según los propios secuestrados. Uno de ellos tenía algún vínculo con España, aunque no estaba claro si por hijos o por esposa. Lamentaban que su primera visita al país fuera así.

Mientras tanto, la vida en la calle parecía detenida. En el piso contiguo, azafatas del sindicato y vecinos se quedaron observando, algunos hasta después de comer, fascinados y asustados a la vez. La policía desplegó un operativo masivo: tiradores en los tejados, jeeps rodeando la legación, agentes armados por todas partes. Los embajadores árabes de Túnez, Argelia, Libia, Jordania e Iraq vigilaban, pendientes de cada movimiento, preocupados por el destino de sus colegas.

Durante horas, se vivió un equilibrio extraño entre tensión y calma. Dentro, los secuestradores mantenían a los diplomáticos bajo control, negociando y vigilando sus movimientos. Afuera, la ciudad seguía su ritmo con cuidado: nadie quería que la situación se desbordara.

Finalmente, el episodio se resolvió de manera inesperada. Egipto no cedió a las demandas. Los secuestradores no contaban con respaldo: incluso Yasser Arafat envió un mensaje negando cualquier apoyo. La solución fue diplomática y pragmática: los embajadores árabes firmaron un manifiesto condenando cualquier pacto entre Israel y Egipto, y los diplomáticos secuestrados fueron trasladados de manera segura a Argelia, acompañados por representantes árabes para garantizar que los secuestradores pudieran escapar sin problemas.

No hubo violencia, ni muertos, ni explosiones. Madrid respiró aliviada, como si nada hubiera pasado. Pero aquel día dejó una huella: un recordatorio de que España comenzaba a enfrentarse a un terrorismo internacional distinto al que había conocido, más político, más calculado, más cercano a conflictos lejanos que de repente tocaban la puerta de su ciudad.

Cincuenta años después, aquel secuestro sigue siendo un episodio fascinante y casi surrealista, un momento en que política, tensión y humanidad se encontraron en un mismo edificio de Madrid.